psicologia-de-un-perro.jpg psicologia-de-un-perro.jpg
  • Tiempo de lectura: 5 mins

    Psicología en el perro: el miedo a los ruidos fuertes

    Muchos perros sufren miedo a ruidos , que si no se trata o se minimiza su impacto evoluciona de forma negativa en el tiempo,

    Muchos perros sufren algún grado de miedo a ruidos intensos como los petardos, fuegos artificiales y las tormentas. Suele tratarse de un motivo de consulta veterinaria y aunque es estacional, es muy frecuente. Si no se trata o se minimiza su impacto evoluciona de forma negativa a lo largo del tiempo, por lo que es muy importante asesorar a las familias ofreciéndoles herramientas eficaces para evitar que se convierta en un problema grave. 

    Introducción

    Entre 4 y 5 de cada 10 perros pueden mostrar sensibilidad a ruidos en grados variables (desde un rango de miedo leve a reacciones intensas de pánico). Se trata entonces de un problema muy frecuente en psicología en el perro, aunque su expresión en términos de comportamiento puede diferir mucho entre animales.

     

    [Descarga gratis]  Guía sobre la EPILEPSIA CANINA: causas, fases, diagnóstico y tratamiento

     

    En cualquier caso, es un problema que suele empeorar a lo largo del tiempo si no se adoptan medidas para minimizar su impacto. 

     

    Psicología en el perro: caracterización clínica de la sensibilidad a ruidos

    Al tratarse de un problema de afectación variable, es necesario conocer cuál es el grado de afectación del paciente antes de plantear cualquier medida de tratamiento. Actualmente existen herramientas psicométricas validadas para caracterizar clínicamente a un perro con sensibilidad a ruidos. Una de ellas es la Sound Reactivity Scale (Calvo et al, 2011), consistente en un breve cuestionario que puede ser rellenado por la familia del perro en el que se valoran los signos clínicos expresados por el animal durante la exposición a ruidos fuertes; y del que se obtiene una puntuación que categorizará el cuadro clínico en respuesta leve, moderada o grave.

    Además, dos de los factores importantes a tener en cuenta en la gravedad de la respuesta y su pronóstico -que también incluye la escala- son:

    • el grado de anticipación del perro ante la aparición de ruidos fuertes (es decir, el tiempo en el que aparecen signos clínicos de miedo antes de la presentación del ruido);
    • y la capacidad de recuperación (el tiempo que le lleva al animal volver a comportarse normalmente) tras la desaparición del ruido.

    Así, un perro que anticipe la aparición del ruido intenso (por ejemplo, se muestre nervioso cuando perciba olor a pólvora) y al que le cueste varias horas normalizar su comportamiento se considerará un animal con un cuadro clínico severo y un pronóstico poco favorable.

     

    Medidas de tratamiento y prevención

    En el tratamiento y prevención de la sensibilidad a ruidos podemos diferenciar dos tipos de estrategias:

    • Estrategias curativas, es decir, orientadas a mejorar el problema, y, por tanto, a la extinción del miedo.
    • Estrategias paliativas, esto es, una serie de medidas aplicadas esencialmente alrededor y durante el episodio de ruidos con el objetivo de minimizar su impacto y empeoramiento.

     

     Estrategias curativas

    Se basan en la aplicación de técnicas de desensibilización y contracondicionamiento a ruidos, y tienen que llevarse a cabo fuera de la temporada de ruidos. Son estrategias con un grado reducido de éxito porque entrañan algunas dificultades importantes:

    • En primer lugar, para que la terapia sea eficaz debe garantizarse que se lleve a cabo sin que haya ninguna exposición no controlada a ruidos fuertes. Esto suele ser difícil porque muchos perros suelen mostrar sensibilidad no solamente a un ruido concreto, sino a varios ruidos de sonido similar que pueden proceder de diferentes fuentes, algunas de ellas muy poco controlables. Por ejemplo, un perro con miedo a petardos puede presentar miedo también a ruidos de disparos, tambores, etc.
    • La aplicación de la técnica requiere un conocimiento elevado y mucha precisión, y cualquier error podría provocar el fenómeno contrario al buscado, una mayor sensibilización a los ruidos. Por tanto, los propietarios no pueden aplicarlas sin ayuda de un profesional cualificado.
    • El coste económico a consecuencia de lo anterior puede ser elevado, y no todos los propietarios están dispuestos a asumirlo.
    • La desensibilización y contracondicionamiento requiere un control absoluto de la presentación e intensidad del estímulo, por lo que la única manera viable de hacerlo es utilizando reproducciones sonoras y no el sonido real. Muchos animales pueden discriminar perfectamente el sonido real del grabado, no mostrando respuesta alguna por este último. En estos casos la terapia no resulta eficaz.

     

    Estrategias para minimizar el impacto de los ruidos fuertes (paliativas)

    Las estrategias paliativas permiten al perro afrontar mejor el estrés y ansiedad que supone la exposición a ruidos fuertes y a su vez, adaptarse al entorno. Se llevan a cabo unas semanas antes (en caso posible) y especialmente durante los episodios de ruidos.

    Engloban tres tipos de medidas:

    1. Modificación del entorno 

    Se trata de acondicionar el área donde el perro va a estar durante el episodio de ruidos fuertes, para que se sienta confortable y seguro. En este sentido se recomienda:

    • Crear una zona de seguridad para el perro. Es decir, proporcionarle algún sitio donde esconderse que le pueda servir de refugio y que al mismo tiempo que atenúe el ruido. Es muy recomendable colocar este refugio (puede ser un transportín o similar, cubierto con algún trozo de tela) semanas antes del episodio de ruidos para acostumbrar al perro a utilizarlo, y asociarlo con estímulos positivos (por ejemplo, juguetes o caricias).
    • Aislar del ruido lo máximo posible, cerrando ventanas, bajando persianas e incluso cubriendo puertas y ventanas con algún material amortiguador.
    • El día del evento se puede poner música relajante de fondo para ayudar a atenuar el ruido.
    • Proporcionar al perro elementos de enriquecimiento ambiental durante el episodio de ruidos puede ayudar a que mantenga un estado emocional positivo.

     

    2. Pautas de manejo 

    Son el conjunto de actitudes y conductas hacia el perro que los propietarios pueden realizar para ayudarle a sentirse más tranquilo. Así, podemos recomendar a los propietarios:

    • No dejar al perro solo durante los episodios de ruidos, y proporcionarle acceso libre a la familia.
    • Evitar exponerlo directamente al ruido; por tanto, el perro no deberá estar en la calle o en el exterior de la casa mientras se escuchen ruidos fuertes.
    • No forzarlo a salir a pasear durante los días de exposición; y en caso de que tenga que pasear, ofrecerle salidas cortas solamente para que elimine (no alargar el paseo).
    • Ayudar y apoyar al perro durante el episodio de ruidos; esto es, permitir que haga aquello que le aporta más tranquilidad (por ejemplo, si busca contacto dárselo, si quiere subir a la cama de los propietarios permitírselo, etc.).
    • No castigarlo o enfadarse con él por los comportamientos derivados del miedo.

     

    3. Terapias biológicas 

    Incluye el uso puntual de nutracéuticos, feromonas y fármacos ansiolíticos de acción rápida alrededor de los episodios de ruidos fuertes. La prescripción de cualquiera de ellos o su combinación deberá escogerse valorando previamente cuatro parámetros fundamentales:

    • La intensidad del cuadro clínico.
    • Las condiciones físicas del perro (entorno) previstas durante la exposición.
    • El margen de tiempo hasta el episodio de ruidos.
    • Su edad y estado de salud. 

     

    Conclusiones

    El miedo a los ruidos fuertes como los petardos es un problema frecuente en el perro, difícil de tratar y con pronóstico poco favorable. Como consecuencia, es muy importante aplicar, alrededor de los episodios de ruidos, una serie de medidas que contribuyan a minimizar su impacto emocional y a favorecer una buena estrategia de afrontamiento.

    Una de las decisiones más importantes que podemos tomar es la creación de una zona de seguridad donde el perro pueda refugiarse y aislarse del ruido cuando sienta miedo.

    La elección de terapias biológicas durante los días de exposición es una buena herramienta paliativa, y su elección y combinación debe valorarse de forma individualizada según unos parámetros clave.

     

     

    Descarga el informe: Inmunonutrición en cachorros

    Preguntas

     

    ¿Se puede prevenir el miedo a los petardos?

    Aunque no solamente depende de las experiencias y aprendizajes del animal, sino también de factores inherentes al estímulo (ruido intenso, impredecible, poco frecuente, etc.) y de factores individuales del perro (temperamento, genética, etc.), podríamos minimizar el riesgo a desarrollar el problema si:

    • Se expone el perro al ruido de petardos/fuegos artificiales de forma adecuada durante los primeros meses de vida (este trabajo debería ser dirigido y supervisado por un profesional cualificado).
    • Se expone al perro a ruidos de diferente naturaleza e intensidad, de forma adecuada durante los primeros meses de vida.
    • Si el perro no muestra signos de miedo durante la exposición a ruidos en los primeros meses de vida, se continuaría realizando de forma regular a lo largo de la vida del animal.
    • Si se habitúa al perro a permanecer en diferentes entornos de estimulación variada, de forma adecuada, a lo largo del primer año de vida.
    • Si se le proporciona la suficiente estimulación física (ejercicio) y mental (enriquecimiento ambiental) de forma regular.

     

    ¿Es imprescindible medicar a todos los perros que muestran miedo a petardos durante los episodios de exposición?

    No en todos los casos será imprescindible administrar medicación. Dependerá, básicamente, de la severidad del cuadro clínico (junto a otros factores, mencionados en el texto). En casos leves se puede plantear aplicar solamente pautas de manejo y medidas de modificación del entorno (ambas deben aplicarse en todos los casos) solas o en combinación con nutracéuticos y feromonas.

    Bibliografía

     

    Blackwell, E., Casey, R., Bradshaw, J., 2005. Firework fears and phobias in the domestic dog. RSPCA.
    Bowen, J., Calvo, P., Bulbena, A., Fatjó, J., 2013. Clinical characterisation of noise sensitivity in dogs. Journal of Veterinary Behavior: Clinical Applications and Research, 4(8): e44.
    Calvo, P., Bowen, J., Bulbena, A., Fatjó, J., 2011. Development of a scale for the evaluation of thunderstorm and fireworks sensitivities in dogs. 17th ESVCE-1st ECAWBM Annual Meeting, Avignon (France).