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Cómo integrar la etología veterinaria en la clínica diaria

La etología veterinaria (o medicina del comportamiento) es una especialidad en auge dentro del sector de la clínica de pequeños animales

La etología veterinaria (o medicina del comportamiento) es una especialidad en auge dentro del sector de la clínica de pequeños animales. Su gran desarrollo a lo largo de las últimas décadas responde a una creciente sensibilidad de la sociedad por el respeto y bienestar de los animales, lo que se suma a un progresivo desarrollo científico y aumento de la especialización en las diferentes áreas clínicas de la medicina veterinaria. Por su importancia en la atención veterinaria e interrelación con el resto de especialidades, la etología veterinaria debería integrarse en la práctica clínica generalista.

 

Introducción

La etología veterinaria se ha convertido a lo largo de las últimas décadas en una especialidad emergente con cada vez más peso y aplicaciones dentro de la práctica de la profesión.

 

 

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Los veterinarios han mostrado siempre un gran interés por el comportamiento animal, el estudio del cual ha provenido a lo largo de la historia de diferentes ámbitos científicos (zoología, psicología, biología, etc.). Debemos tener en cuenta que el conocimiento del comportamiento normal de una especie es el punto de referencia para identificar síntomas de enfermedades; y más, considerando que los cambios de comportamiento son, en muchos casos, los únicos signos incipientes indicativos de patología.

Así, el estudio del comportamiento animal por parte de científicos de diferentes campos fue convirtiéndose poco a poco en disciplina científica con entidad propia, y experimenta un fuerte impulso en el último tercio del siglo pasado coincidiendo con una etapa de gran crecimiento científico-técnico, así como de ascendente preocupación social por las condiciones de cría intensiva de los animales de producción.

Estas condiciones propiciaron que la etología se integrara cada vez más en la medicina veterinaria, acabando formando parte de su programa de educación.

A lo largo del tiempo, el estudio del comportamiento animal acaba vinculándose entonces de manera formal con la medicina veterinaria, adquiriendo carácter de especialidad y conformando la actual etología veterinaria (o medicina del comportamiento).

 En el ámbito clínico, el estudio y conocimiento en comportamiento animal está adquiriendo relevancia e interés no solamente en el sector de los animales de compañía, sino también en otras especies como caballos y animales exóticos.  

 

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La etología veterinaria en la práctica clínica

Los veterinarios y el conocimiento del comportamiento animal

El aprendizaje del comportamiento animal permite dotar a los veterinarios de una mayor capacidad para diagnosticar problemas de salud. También desde otras especialidades clínicas, como la neurología, la dermatología o la medicina interna, es imprescindible considerar la influencia y relación de la conducta en las enfermedades y viceversa. Así por ejemplo, un lamido repetitivo por un problema de estrés crónico puede originar una herida en la piel; y en otro caso, una lesión dermatológica en una determinada parte del cuerpo podrá desencadenar un lamido compulsivo en esa zona.

 

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Por otro lado, la figura del veterinario clínico, en interés por el cuidado de sus pacientes, tiene la obligación ética y profesional de atender tanto al bienestar físico como mental de los animales, asegurando la máxima calidad de vida para ellos y evitándoles o minimizando su sufrimiento. También por ello debe estar capacitado para tareas como detectar comportamientos indicativos de estrés o relacionar conductas con el estado de salud del animal.

En concreto, para realizar de forma eficiente las funciones propias de la práctica clínica diaria, el veterinario necesita tener conocimientos sobre:

  •  Condiciones que propicien un manejo y manipulación segura de los animales.
  • Cambios de comportamiento que indiquen enfermedad, lesiones físicas, dolor o sufrimiento emocional.

  • La influencia de comportamientos propios de la especie en los procesos de enfermedad.

  • Las condiciones necesarias del entorno físico y social de los animales que les garanticen unos niveles óptimos de bienestar.

  • Comportamientos que puedan entrar en conflicto con intereses humanos o que generen falsas percepciones (ej.: antropomorfización de conductas).

Además de estos conocimientos generales, cualquier veterinario clínico de pequeños animales puede necesitar eventualmente dar respuesta a dudas de las familias respecto cuestiones de socialización, educación y hábitos de sus animales de compañía.

Por todo esto, idealmente los centros veterinarios tendrían que contar con programas de bienestar y comportamiento que les permitieran integrar fácilmente la etología veterinaria en la práctica clínica. Estos pueden ser diseñados, incorporados y supervisados por un veterinario especializado en comportamiento que puede formar parte del equipo o bien -si no se dispone de esta opción- por un especialista externo (etólogo clínico).

Sumar este tipo de programas en la clínica puede suponer un valor añadido para el centro, en términos de imagen, ética y prestigio profesional.

 La etología veterinaria en la práctica clínica generalista

La etología veterinaria se puede integrar en la práctica clínica desde dos ámbitos de actuación:

  • Prevención: referida tanto a la prevención de aparición de problemas de comportamiento, como al asesoramiento a las familias en materia de bienestar y necesidades físicas y emocionales en cada una de las etapas de vida de su animal de compañía.

  • Tratamiento de los problemas de comportamiento.

Prevención

Es el ámbito en el que el veterinario generalista puede actuar de forma más amplia. Desde el momento de la adquisición del animal de compañía el veterinario, idealmente, debe actuar asesorando a sus cuidadores en temas como la socialización temprana, el aprendizaje de hábitos higiénicos y un manejo adecuado para crear buenos patrones de conducta. Incluso en el momento previo a la adopción, puede ser clave acudir al veterinario para adecuar la selección del animal según el perfil, entorno y estilo de vida de las familias.

Además, facilitar información y conocimientos básicos a los cuidadores sobre cómo aprenden sus animales, la comunicación canina/felina y un manejo respetuoso, puede ayudar también a prevenir problemas de convivencia.

Aparte de la importante tarea de información y educación a los propietarios, en el mismo centro veterinario se deberían implementar medidas orientadas a fomentar el bienestar animal y a prevenir problemas de comportamiento en el contexto propio de la visita veterinaria. Así, sería esencial formar a todo el personal del centro en términos de:

  • Identificación de señales indicativas de miedo, estrés o dolor.

  • Necesidades físicas y emocionales según la especie.

  • Manejo amable.

  • Prevención de situaciones de riesgo.

  • Técnicas de sujeción-contención seguras y respetuosas.

  • Detección de signos clínicos de problemas de conducta.

Tratamiento

El veterinario generalista es, en la mayoría de los casos, la primera figura a la que las familias acuden ante una queja de comportamiento de su animal de compañía. Aunque este podrá diagnosticar y tratar algunos problemas de conducta sin mucha dificultad, otros más complejos requerirán ser derivados a un veterinario especialista en comportamiento.

En cualquier caso, el veterinario generalista necesitará contar con una serie de conocimientos esenciales que le permitan, por un lado, identificar de forma activa un problema de comportamiento y por tanto prevengan su complicación; y por otro lado, facilitar unas primeras recomendaciones básicas adecuadas para cada problema, minimizando su impacto en la relación animal-familia.

Conclusiones

Los veterinarios deben formarse en medicina del comportamiento para mejorar su aptitud diagnóstica y, a su vez, garantizar una buena praxis.

Es muy recomendable que los centros veterinarios incorporen programas de bienestar que les permitan actuar a nivel de prevención y de tratamiento de las conductas problemáticas, tanto en el hogar como durante las consultas veterinarias. Estas actuaciones ayudarán a mejorar la convivencia de las familias con sus animales de compañía, a proporcionar un mejor servicio y a aumentar la calidad de vida de los pacientes.

 

PREGUNTAS

¿Cómo difundir buenas prácticas de conducta en la clínica veterinaria?

Los veterinarios, en interés por el cuidado de sus pacientes, tienen la obligación ética y profesional de atender tanto al bienestar físico como mental de los animales, asegurando la máxima calidad de vida para ellos y evitándoles o minimizando su sufrimiento. A parte de la importante tarea de información y educación a los propietarios, en el mismo centro veterinario se deberían implementar medidas orientadas a fomentar el bienestar animal y a prevenir problemas de comportamiento en el contexto propio de la visita veterinaria. Así, sería esencial formar a todo el personal del centro en términos de:

  • Identificación de señales indicativas de miedo, estrés o dolor.

  • Necesidades físicas y emocionales según la especie.

  • Manejo amable.

  • Prevención de situaciones de riesgo.

  • Técnicas de sujeción-contención seguras y respetuosas.

  • Detección de signos clínicos de problemas de conducta.

¿Cómo puede ser la relación entre veterinario y etólogo? 

La figura del etólogo o veterinario especialista en comportamiento puede actuar desde dos posiciones:

  • Como especialista externo.

  • Formando parte del equipo profesional del centro.

En ambos casos, podrá realizar funciones de asesoramiento y de diagnóstico o tratamiento de problemas de comportamiento, ya sea diseñando o ayudando a implementar programas de bienestar y comportamiento en los centros veterinarios, o bien realizando consultas en esta especialidad.

 

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Bibliografía
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Seibert, L.M., Landsberg, G. M., 2008. Diagnosis and management of patients presenting with behavior problems. Vet Clin Small Anim, 38: 937-950