Diagnóstico y tratamiento de la prostatitis en perros
Introducción
Las enfermedades de la próstata son relativamente frecuentes en el perro, sobre todo en animales de edad avanzada. Dentro de estas se incluyen: hiperplasia prostática benigna (HPB), prostatitis (agudas o crónicas) y abscesos prostáticos, quistes prostáticos y paraprostáticos, atrofia prostática, metaplasia escamosa y neoplasias.1,2 En algunas zonas del mundo la HPB y las prostatitis son las patologías prostáticas más frecuentes, con una incidencia del 46–55.3% y 28–38.5% respectivamente.2 Sin embargo, en otras (en las que la castración electiva es práctica habitual), estas enfermedades se consideran raras.3
Características clínicas de la prostatitis en perros
Las prostatitis en perros se diagnostican principalmente en pacientes no castrados o castrados recientemente. Se considera que la existencia de otras patologías prostáticas (HPB, metaplasia escamosa, neoplasia) predispone a su padecimiento.1,2-4
Generalmente las prostatitis en perros resultan de una infección ascendente causada por bacterias aeróbicas procedentes de la uretra, aunque la infección hematógena también es posible.1-4 Los microorganismos aislados con mayor frecuencia son mayormente bacterias Gram-negativas (E. coli, Proteus spp, Klebsiella spp, Pseudomona spp, Pasterella spp, Enterobacter spp, Haemophilus spp) pero también algunas Gram-positivas (Streptococcus spp y Staphylococcus spp).1,3 Con mucha menor frecuencia se implicado Brucella canis, Mycoplasma canis y Leishmania spp, mientras que las prostatitis fúngicas se consideran extremadamente raras.1-3
- Los perros con prostatitis agudas suelen presentarse a consulta con fiebre, anorexia, letargia, dolor en el abdomen caudal, descarga uretral, así como dificultad para defecar u orinar. Durante el examen físico la palpación rectal suele ser dolorosa, evidenciando una próstata aumentada de tamaño, dolorosa y con pérdida de la simetría, sobre todo si hay abscesos.
- Al contrario de la presentación aguda, muchas prostatitis crónicas son subclínicas.
- Otras manifestaciones clínicas de la prostatitis incluyen disminución de la líbido y de la calidad del semen, hematospermia y piospermia. 1,2-4
Diagnóstico
El diagnóstico de las prostatitis se establece normalmente en base a los hallazgos del examen físico, ecografía (valoración de la estructura y de la existencia de abscesos) y resultados de la citología y cultivo de la última fracción del eyaculado o de fluido prostático obtenido por sondaje uretral y masaje prostático, o bien por punción con aguja fina.1,3
- La obtención del eyaculado prostático en perros con prostatitis aguda puede ser difícil por el dolor que padece el paciente. Por ello, se recomienda sedación/analgesia.
- Por otra parte, el cultivo del fluido prostático debería ser siempre cuantitativo, puesto que, al ser un líquido no estéril en condiciones normales, la interpretación de los resultados no es fácil.3 Aunque tradicionalmente se ha desaconsejado la realización de aspirados con aguja por el riesgo de diseminar la infección, no existen evidencias de que esto sea así.1 De todos modos estos procedimientos deberían ser llevados a cabo por personal experimentado.
- Respecto a la utilidad del cultivo de orina en estos casos, no hay un criterio unánime. Algunos autores defienden que en la mayoría de perros con prostatitis y cistitis el agente causal es el mismo, por lo que se podría recurrir únicamente al cultivo de orina, que es más fácil de obtener que el prostático.5 Sin embargo, otros opinan que si no es posible cultivar material prostático es preferible administrar antibióticos de modo empírico, por la discordancia en los resultados entre el cultivo de orina y el de próstata.6
Tratamiento de la prostatitis en perros
El manejo de estos pacientes se basa en el control de la hiperplasia prostática, tratamiento con antibióticos que alcancen concentraciones terapéuticas en la próstata y de acuerdo a resultados del cultivo y, administración de analgésicos cuando sea necesario.
Como la HPB favorece el desarrollo de prostatitis, en perros sin valor reproductivo se recomienda castración; en caso contrario se indica manejo médico de la HPB.1,2
Normalmente en el momento del diagnóstico se inicia tratamiento antibiótico empírico, en espera de los resultados del cultivo:
- Se recomiendan fluoroquinolonas con registro para ser usadas en perro y se desaconseja expresamente la ciprofloxacina.
- La administración de trimetoprim-sulfonamida puede ser otra opción, si bien deben tenerse en cuenta sus posibles efectos adversos.
- Aunque hay poca información sobre su eficacia en veterinaria, la fosfomicina podría ser una opción en casos de gérmenes Gram-negativos resistentes.
- Salvo que el cultivo lo indique, no deberían administrarse macrólidos ni clindamicina por su falta de eficacia frente a bacterias Gram-negativas.
- Igualmente, se desaconseja administrar penicilinas, cefalosporinas, aminoglicósidos y tetraciclinas porque no penetran bien en la próstata.
- Aunque el cloranfenicol se ha considerado en ocasiones para el tratamiento de la prostatitis, su concentración en este tejido es solo del 60% de la que alcanza en plasma, por lo que su eficacia ha sido cuestionada.1,3.
Tradicionalmente se recomendaban tratamientos de 4-6 semanas en casos agudos y 6-8 semanas en los crónicos, pero es posible que tratamientos más cortos sean igualmente eficaces.1,3
Abscesos prostáticos
En cuanto a los abscesos prostáticos, el manejo médico es el mismo. Respecto a si debe o no drenarse el absceso, el criterio no es unánime. Algunos recomiendan hacerlo siempre, ya sea de modo ecoguiado o quirúrgico, y en este último caso acompañado de omentalización.3 Otros, sobre todo si el absceso mide menos de 1 cm de diámetro, valoran la posibilidad de no drenar o hacer drenaje eco guiado hasta ver si el tratamiento es eficaz y evitar drenaje quirúrgico.6
Conclusiones
La posibilidad de una prostatitis crónica debe ser siempre considerada en perros no castrados con signos de infección urinaria de vías bajas. Es importante no olvidar que las prostatitis crónicas cursan muchas veces de forma subclínica. Por ello, en estos casos debemos hacer un esfuerzo diagnóstico adicional: examen ecográfico y obtención de muestras para citología y cultivo.