Diarrea con sangre en cachorros: ¿es un signo del parvovirus canino?
Etiología
La enteritis causada por el parvovirus canino es una de las causas más comunes de morbilidad y mortalidad en cachorros a nivel mundial. El parvovirus canino pertenece a la familia parvoviridae, es un virus a ARN monocatenario. Su origen es desconocido, debido al 98% de coincidencia estructural con el virus de la panleucopenia felina se ha hipotetizado que el parvovirus canino puede provenir de una variante del virus de la panleucopenia que se adapto a un nuevo hospedador: el perro.(1)
La enteritis por parvovirus canino puede ser causada por las tres variantes de parvovirus canino tipo 2 (CPV-2). El CPV-2 se descubrió en los años setenta. En los años noventa, se encontraron dos variantes del virus (CPV-2a y CPV-2b) y a comienzos del 2000 se encontró una tercera variante, el CPV-2c, esta variante se detectó inicialmente en Italia pero está extendida a nivel mundial excepto en Australia, donde no ha sido detectada. Las tres variantes tienen una patogenicidad similar y dan lugar a la misma sintomatología clínica.(2)
Aunque la forma más grave de la enfermedad ocurre de manera típica en perros menores a 6 meses de edad, los animales adultos inmunodeficientes o que no han desarrollado una inmunidad suficiente pueden ser afectados. La predisposición racial y la prevalencia asociada a la estación presentan mucha variabilidad geográfica. El CPV-2 puede sobrevivir en el ambiente más de un año. (2)
Fisiopatología y signos clínicos
La infección suele ocurrir por la ingestión de heces, vómitos u otros vómitos donde el CPV-2 está presente. El CPV-2 se divide en las células epiteliales de las criptas intestinales, médula ósea, epitelio de la lengua, cavidad oral, cardiomiocitos entre otras localizaciones. (1,2)
Tras la exposición al virus hay un periodo de incubación de entre 4-14 días, la excreción del virus normalmente precede a la presentación de los síntomas clínicos. (1,2)
Se produce una denudación del epitelio intestinal,resultando en los signos clínicos de vómitos y diarrea hemorrágica. Además se produce una malabsorción junto con una translocación de bacterias entéricas. Los vómitos y las diarreas llevan a una deshidratación severa y a una acidosis/alcalosis metabólica.(1,2)
La afección del timo y de la médula ósea, lleva a una destrucción de las células precursoras dando lugar a una neutropenia y linfopenia marcada. Esta falta de inmunidad combinada con una bacteriemia producida por la translocación de bacterias intestinales, hace que los animales tengan un riesgo muy alto de desarrollar un shock séptico, un síndrome de respuesta inflamatoria sistémica(SIRS), fallo multiorgánico y la muerte si no se aplica un tratamiento.(2,3)
Gracias a la vacunación y a una menor exposición al virus la miocarditis es un signo clínico extremadamente raro en el curso clínico, sólo tiene lugar en cachorros nacidos de madres no vacunadas o cachorros afectados durante la gestación.
Otras comorbilidades como una infección parasitaria , vírica o bacteriana o situaciones de estrés (destete, malas condiciones higiénicas) puedes exacerbar los signos clínicos. (1,2,3)
Los signos clínicos suelen cesar 3-4 semanas tras la exposición. A continuación dejamos el listado de signos clínicos más frecuentes(3):
- Anorexia
- Depresión
- Pirexia
- Dolor abdominal
- Vómitos
- Diarrea hemorrágica
- Fallo cardiaco congestivo
- Infecciones bacterianas secundarias
Diagnóstico del parvovirus canino
Se pueden realizar distintos tipos de pruebas que ayudarán a realizar el diagnóstico del CPV-2. A continuación citamos las principales:
1. Hematología y bioquímica sanguíneas:
Los hallazgos más comunes en el hemograma incluyen: neutropenia y/o linfopenia marcadas debido a la destrucción de precursores en el médulas ósea, depleción del tejido linfoide y la inflamación del tracto gastrointestinal.Otros hallazgos comunes son anemia, trombocitopenia, pancitopenia y monocitosis.(2)
En la bioquímica pese a no haber ningún marcador específico, es común encontrar hipoproteinemia , hipoalbuminemia, hipoglucemia. Alteraciones electrolíticas (hipokalemia, hipocalcemia, hiponatremia, hipocloremia e hipomagnesemia)(2)
En casos de hipoperfusión orgánica y SIRS podemos encontrar también signos de azotemia y aumento de enzimas pancreáticas.(2)
Se han realizado diversos estudios en los que se ha pretendido identificar factores pronósticos utilizando parámetros del hemograma y de la bioquímica sanguínea. Por ejemplo se encontró una relación entre la leucopenia en el momento de admisión y las probabilidades de supervivencia, concluyeron que la falta de una leucopenia significativa (≥4,500/μL) o linfopenia (≥1,000/μL) a las 24 horas post admisión tenía un factor predictivo positivo del 100% de supervivencia.(4)
Otros estudios han relacionado diversos parámetros con el tiempo de hospitalización. Los perros con linfopenia e hipoalbuminemia fueron hospitalizados 2 días más de media que aquellos que no presentaban estas alteraciones. Además aquellos cachorros con evidencias de SIRS en el momento de admisión eran los que tenían menor tiempo de supervivencia.(5)
2. Diagnóstico por imagen
La radiografía abdominal y la ecografía abdominal no son pruebas específicas. Nos permiten detectar cambios en el sistema gastrointestinal como presencia de líquido o gas, hipomotilidad intestinal, adelgazamiento de la mucosa intestinal, entre otros cambios.(2)
3. Serología
Los anticuerpos contra CPV-1 se pueden cuantificar mediante hemaglutinación o realizando un ELISA. Sin embargo, una alta proporción de perros puede ser seropositivo debido a una infección subclínica previa, inmunidad maternal o vacunal, por esta razón un seropositivo no es diagnóstico de una infección activa de CPV-2. (1,2)
4. Detección de antígenos en heces
Supone el mejor método, si consideramos el coste y la efectividad. Existen diversos métodos de detección de antígenos en el mercado que utilizan un ELISA e inmunocromatografía entre otras técnicas. Presentan una especificidad alta (En general superior al 90%) aunque tienen una sensibilidad variable que va desde un 16-80%.(1,2)
En general, un perro con signos e historia clínica compatible que tiene un test negativo no descarta la infección por CVP-2, pero un test positivo siempre refleja una infección.(1,2)
Los Falsos negativos pueden ocurrir por varias razones(2):
- Disminución o excreción intermitente del virus en fases iniciales o finales de la infección.
- Presencia de anticuerpos neutralizantes en el lumen intestinal.
- Efecto de dilución por la diarrea.
Tratamiento y prevención del parvovirus canino
Hay pocas evidencias de tratamientos específicos contra el CPV-2. El tratamiento es por lo tanto de soporte hasta la resolución de la sintomatología clínica. En general consta de fluidoterapia, analgesia, antieméticos y un buen soporte nutricional.(1,2)
La infección subclínica de perros son la principal fuente de infección. El único método de prevención es el aislamiento de los cachorros a las fuentes del virus hasta que hayan terminado su protocolo de primovacunación. Para ello es esencial una buena educación de los Pet-parents.(1,2)
Si quieres saber más sobre la vacunación frente al parvovirus visita el siguiente artículo.
Conclusiones
La enteritis causada por el parvovirus canino es una de las causas más comunes de morbilidad y mortalidad en cachorros. En general afecta a animales menores de 6 meses de edad y está causada por las tres variantes del parvovirus canino tipo 2 : CPV-a, CPV-b y CPVc. El método diagnóstico de referencia es la detección de antígenos en heces. No existe un tratamiento específico frente al parvovirus, se recomienda el comienzo de un tratamiento de soporte lo antes posible, dando especial importancia al soporte enteral.
La mejor estrategia frente a esta enfermedad consiste en la educación y concienciación de la importancia de la vacunación a los Pet-parents