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    Tumor cerebral en perros y gatos

    El tumor cerebral en perros y gatos es un problema relativamente frecuente en la práctica veterinaria. Descubre su clasificación según el grado de malignidad, las técnicas diagnósticas más precisas y la eficacia de los diferentes tratamientos.

    Los tumores cerebrales en perros y gatos son una condición frecuente que afecta a un 2-3 % de los mismos, según reveló un análisis realizado en la Universidad de California-Davis1. Suelen aparecer en animales de mediana edad o geriátricos, alrededor de los 9 años en perros y los 10 años en gatos.

    Las razas dolicocefálicas, como el Pastor Alemán y el Collie, y los gatos de pelo corto tienen una mayor predisposición a desarrollar meningiomas; mientras que las razas braquicefálicas, como el Bóxer, son más propensas a los gliomas. En los perros, estos tumores afectan fundamentalmente al cerebro. En los gatos son más comunes los linfomas y meningiomas.

    Tipos de neoplasias cerebrales

    Los tumores cerebrales pueden clasificarse según su grado, el cual no solo permite conocer su pronóstico, sino también determinar el tratamiento a seguir2:

    • Grado I. Estos tumores tienen un potencial de proliferación bajo, por lo que se pueden solucionar con cirugía. Entre ellos se encuentran: astrocitoma pilocítico, subependimoma, papiloma del plexo coroideo y meningioma.
    • Grado II. Estos tumores presentan un grado infiltrativo y de proliferación bajo, pero pueden presentar recidivas o progresar a pesar de la cirugía. A este grado pertenecen: astrocitoma difuso, oligodendroglioma, oligoastrocitoma, ependimoma, papiloma del plexo coroideo atípico y meningioma atípico.

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    • Grado III. En este caso, existe evidencia histopatológica de malignidad, por lo que es necesario recurrir a una terapia adyuvante. Se pueden encontrar: astrocitoma anaplásico, oligodendroglioma anaplásico, oligoastrocitoma anaplásico, ependimoma anaplásico, carcinoma del plexo coroideo y meningioma maligno.
    • Grado IV. Se aprecia una malignidad citológica con signos de necrosis, como en el caso del gliobastoma multiforme.

    Diagnóstico del tumor cerebral

    Si el animal comienza a presentar epilepsia después de los 5 años de edad o sufre signos de disfunción cerebral, hay que sospechar de la existencia de un tumor cerebral. De hecho, se estima que la mitad de los casos de tumores cerebrales en perros se acompañan de convulsiones, las cuales se deben a la compresión que ejerce el tumor sobre el tejido cerebral. Lo más común es que estos tumores afecten el sistema nervioso supratentorial, sobre todo los lóbulos olfativo y frontal, como indicó un estudio realizado en la Universidad Estatal de Washington3.

    La gravedad de los síntomas dependerá de la localización del tumor, su velocidad de crecimiento y otros factores como la presión intracraneal y el edema peritumoral asociado. Para el diagnóstico es importante tener en cuenta que un 20 % de los casos de tumor cerebral en gatos cursan sin presentar signos neurológicos en las primeras fases, solo muestran letargo y anorexia.

    Para realizar el diagnóstico definitivo es necesario recurrir a una biopsia. No obstante, se puede comenzar con una TAC y RM, teniendo en cuenta que esta última tiene mayor sensibilidad a este tipo de tumores. Dado que en algunos pacientes también coexisten otros tumores, es recomendable realizar un estudio completo que incluya ecografía abdominal y radiografía de tórax.

    En lo que respecta a la extracción del líquido cefalorraquídeo, hay que tener presente que no suele ser concluyente. Al menos un 10 % de los animales con tumores craneales no presentan alteraciones en la muestra. En estudio realizado en la Universidad Estatal de Carolina del Norte la supervivencia de los animales con muestras normales fue significativamente mayor que aquellos animales cuyas muestras tenían alteraciones.

    Tratamiento del tumor cerebral en perros y gato

    • Cirugía. Con la cirugía se logra una descompresión inmediata que puede mejorar los síntomas. En el caso de los meningiomas en gatos, la cirugía es el tratamiento más adecuado, ya que suelen ser fáciles de extirpar; en los perros, el cuadro es más incierto, ya que los tumores suelen ser más invasivos. Los tumores que afectan al tronco encefálico son más arriesgados de operar debido a las estructuras vasculares cercanas. Un análisis comparativo de los diferentes tratamientos realizado en la Universidad Estatal de Colorado5 confirma que la extirpación de tumores con márgenes histológicamente limpios en perros mejora el control local y aumenta el tiempo de supervivencia. Cuando la cirugía se combina con radioterapia, la supervivencia oscila entre 16,5 y 30 meses

    • Radioterapia. Es el tratamiento de elección para las masas intracraneales, aunque los animales con enfermedad microscópica responden mejor a este tratamiento. Para evitar complicaciones, es necesario limitar la cantidad de tejido cerebral irradiado y usar las dosis adecuadas. La supervivencia con este único tratamiento es de 33 a 99 semanas en las masas intraaxiales y de 40 a 49 semanas en las masas extraaxiales.

    • Quimioterapia. Dado que el sistema nervioso está protegido por la barrera hematoencefálica, muchos de estos agentes no penetran lo suficiente. No obstante, la temozolomida es el tratamiento estándar tanto en la terapia adyuvante como en la monoterapia de gliomas, aumentando el índice de supervivencia, como indica un estudio realizado en la Universidad de Georgia6. Además, en los perros suele ser bien tolerada y no provoca efectos secundarios graves.

    • Tratamiento paliativo. Se puede administrar una combinación de glucocorticoides y terapia anticonvulsiva, preferentemente bromuro de potasio o fenobarbital, para controlar los síntomas.

    Por último, vale aclarar que la elección de un tratamiento u otro dependerá del tamaño, tipo y localización del tumor cerebral, así como de su velocidad de crecimiento y el estado de salud general del paciente.

    Referencias Bibliográficas
    1. Dickinson, P. J. et. Al. (2010) Canine spontaneous glioma: A translational model system for convection-enhanced delivery. Neuro Oncol; 12(9): 928–940.
    2. Borrego, J. F. et. Al. (2017) Tumores cerebrales en perros y gatos. Argos; 192: 76-81.
    3. Bagley, R. S. & Gavin, P. R. (1998) Seizures as a complication of brain tumors in dogs. Clin Tech Small Anim Pract; 13(3): 179-184.
    4. Heidner, G. L. et. Al. (1991) Analysis of Survival in a Retrospective Study of 86 Dogs with Brain Tumors. Journal of Veterinary Internal Medicine; 5(4):219-226.
    5. Selmic, L. E. et. Al. (2014) Outcome and prognostic factors for osteosarcoma of the maxilla, mandible, or calvarium in dogs: 183 cases (1986-2012). J Am Vet Med Assoc; 245(8): 930-938.
    6.Hicks, J. et. Al. (2019) Intratumoral temozolomide in spontaneous canine gliomas: feasibility of a novel therapy using implanted microcylinders. Vet Med Sci; 5(1): 5–18.

     

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