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    Por qué muerden los perros

    ¿Podemos considerar normal que un perro muerda a las personas u otros perros? Aunque no es una conducta deseable en absoluto, morder forma parte del repertorio normal de comportamiento de la especie canina. Debemos saber, no obstante, que en condiciones fisiológicas un perro no contemplará la conducta de morder como una primera opción, sino más bien como un último recurso que le permita salir de una situación que perciba como conflictiva.

    Introducción

    Cualquier señal corporal o comportamiento agresivo forma parte de la comunicación canina. Un perro que gruñe, que enseña dientes o que muestra una postura ofensiva es un perro que está lanzando un mensaje claro de que no va a permitir el mantenimiento o el avance de la situación en la que se encuentra; son señales que advierten de un ataque inminente. Por tanto, aunque morder conforma el punto más alto dentro de la escalada de agresividad, todas las señales o conductas que le preceden serán muy útiles para evitar una agresión física. En este sentido, cabe destacar que iniciar y mantener una pelea física supone consumir mucha energía, a la vez que genera un estado de estrés elevado y emociones negativas, por lo que para el animal no será deseable emplear la estrategia de morder. Así, podemos decir que, aunque el perro pueda expresar su intención de morder de forma más o menos frecuente, en condiciones normales raramente acabará haciéndolo. 

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    ¿Por qué muerden los perros?

     Nos muerden tras avisarnos previamente

    Hay numerosas razones que pueden motivar al perro a mostrar señales de agresividad (como adoptar posturas corporales amenazantes, tensar la musculatura, enseñar los dientes o gruñir); por ejemplo:

    • Proteger un recurso valioso para él.
    • Defender su territorio.
    • Evitar la invasión de su espacio seguro.
    • Impedir un contacto o una manipulación no deseada, etc.

    Si con estas señales y actitudes el perro no puede cumplir con su objetivo, en muchas ocasiones intentará morder con la finalidad de conseguirlo. Esta suele ser la situación más habitual en la que un perro puede morder.

    Nos muerde sin señales previas de agresividad

    Los perros también pueden morder directamente a un estímulo sin expresar señales previas de agresividad; esto sucede básicamente en las circunstancias siguientes: 

    • El perro ha aprendido a omitir las señales de aviso previas a una mordedura porque no han sido respetadas previamente, de forma repetida.
    • El perro tiene un temperamento muy impulsivo y/o muy excitable.
    • De cachorro ha sido separado de la madre tempranamente, o bien ha experimentado estrés intenso o sostenido durante el periodo de cría.
    • El animal no se ha socializado adecuadamente, por lo que no ha aprendido -o no lo ha hecho por completo- las pautas de comportamiento social y las señales de comunicación por parte de otros perros.
    • Presenta un problema de dolor crónico o una afección orgánica que le genera malestar físico.
    • Padece una alteración en el sistema nervioso central, que reduce la funcionalidad de las áreas especializadas en la inhibición del comportamiento y el control de impulsos. 

    ¿Qué podemos recomendar ante un perro que muerde?

    En la consulta veterinaria

    La visita a la clínica veterinaria puede llegar a ser muy estresante para los perros, ya que en muchas ocasiones el animal solamente va al veterinario cuando está enfermo o dolorido, y en esas condiciones, además, suele recibir manipulaciones desagradables que le generan más malestar. Cuando esto sucede, el perro acaba aprendiendo que la consulta veterinaria y las personas que están en ella suponen un entorno hostil y amenazante; y ante la imposibilidad de huir o evitar las experiencias negativas asociadas, aparecen frecuentemente reacciones agresivas (por ejemplo, cuando el personal de la clínica se le acerca o quiere tocarlo) que pueden acabar en intento de mordedura. En función del temperamento y del grado de socialización con personas, el comportamiento agresivo puede escalar mucho más fácilmente y manifestarse con mayor intensidad.

    Es importante tener todo esto en cuenta cuando nos encontramos ante un perro que intenta morder en entorno de clínica veterinaria; y por ello nuestras actuaciones se deberán centrar tanto en la prevención como en el manejo adecuado del animal durante las consultas.

    Actuaciones preventivas

    Algunas de las recomendaciones que podemos proporcionar son:

    • Indicar a los cuidadores que acudan frecuentemente a la clínica veterinaria, sin tener cita médica, para habituar al perro al entorno y darle la posibilidad de realizar asociaciones positivas (por ejemplo, podemos entregar algún premio de comida al perro cada vez que venga al centro).
    • Recomendar a la familia que acostumbren al perro a las manipulaciones que podría recibir en la clínica veterinaria, como la inspección de oídos o de boca, la palpación de abdomen o el corte de uñas. Esto pueden conseguirlo realizando dichas manipulaciones en casa de forma positiva y progresiva.
    • Manejo del miedo y del dolor. Para preparar la visita de un perro con miedo a la consulta veterinaria podemos prescribirle fármacos ansiolíticos de efecto rápido para reducir las emociones negativas asociadas (miedo, ansiedad), recomendando a la familia que lo administre en casa un tiempo antes de acudir. En caso de que el perro tenga mucho dolor en el momento de la visita, podemos administrarle medicación analgésica previamente a iniciar la exploración profunda, o incluso sedarlo si es preciso.

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    Manejo amable durante la visita al veterinario

    • Antes de iniciar la exploración veterinaria dejaremos que el perro se habitúe a la sala, para ello podemos dejarlo sin correa para que explore el espacio, y mientras tanto, efectuar la anamnesis con los propietarios.
    • Durante este tiempo, podemos ofrecerle algún premio, de esta forma podrá asociar al veterinario con un estímulo positivo.
    • Para realizar la exploración, es conveniente seguir las directrices de manejo amable de bajo estrés; hoy día existen numerosos recursos para aprender sobre este tipo de manejo, como libros, materiales online o páginas web (por ejemplo: https://cattledogpublishing.com/dr-sophia-yin/). Pequeños cambios como explorar al perro en el suelo en vez de encima de la mesa, realizar manipulaciones de menor a mayor intensidad o combinar la palpación con la dispensación de comida pueden tener un impacto muy positivo y reducir de forma drástica los intentos de mordedura por parte del paciente. 

    En el hogar

    En general si un perro muerde a la familia en el entorno doméstico, es muy probable que exista un problema de relación y comunicación entre ellos, o bien una situación que genere mucho estrés o miedo al animal. Por ello, lo primero será indagar en los detalles de los episodios de agresividad, especialmente el contexto, así como el manejo y las reacciones de la familia en su día a día, y también particularmente durante las situaciones conflictivas. En muchas ocasiones la mejor opción será derivar el caso a un veterinario etólogo para que realice una evaluación profunda y diseñe un plan de tratamiento efectivo.

    No obstante, las siguientes recomendaciones siempre tendrán un efecto beneficioso en cualquiera de los casos:

    • Asegurar que el perro está en buen estado de salud, revisando su historial y realizando un chequeo veterinario si no se le ha hecho recientemente. Recordemos que un perro enfermo o dolorido puede morder más fácilmente que un perro sano.
    • Eliminar el castigo y cualquier tipo de manejo restrictivo o aversivo, si lo está recibiendo.
    • Evitar o prevenir las situaciones en las que se muestre agresivo, hasta que se haya efectuado la valoración de comportamiento. Especialmente si estamos con perros de razas grandes conviviendo con miños.
    • Utilizar elementos de seguridad si es necesario, como la correa, el bozal, barreras físicas, etc. 

    Conclusiones

    1. Morder o intentar morder es una conducta agresiva que forma parte del etograma normal de la especie canina.
    2. En perros sanos bien criados y socializados morder debería ser la estrategia de comportamiento a utilizar como último recurso ante una situación aversiva, y no la de primera elección.
    3. Tanto en el entorno de una clínica veterinaria como en casa podemos realizar acciones, y facilitar indicaciones a la familia, para prevenir y reducir la incidencia de intentos de mordedura por parte de nuestros pacientes caninos.

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    Bibliografía
    Horwitz, D. F. (Ed.). (2018). Blackwell's five-minute veterinary consult clinical companion: canine and feline behavior. John Wiley & Sons.
    Yin, S. A. (2009). Low stress handling, restraint and behavior modification of dogs & cats: techniques for developing patients who love their visits.  

    Preguntas

    ¿No es muy extraño que un perro muerda sin avisar?

    Puede ocurrir, también pueden morder sin expresar señales previas de agresividad. Algunas de las causas pueden ser que tiene un temperamento muy muy excitable, que no se ha socializado adecuadamente, que sufre dolor crónico o malestar físico e incluso una alteración en el sistema nervioso central.

     ¿Qué podemos aconsejar a los tutores si muerde a alguien en casa?

    En general si un perro muerde a algún miembro de la familia es muy probable que exista un problema de relación/comunicación, o bien que alguna situación le haya generado mucho estrés o miedo. Lo primero será preguntar por los detalles de dichos episodios (el contexto, el manejo y las reacciones de la familia en su día a día, etc.) para intentar ponerle solución, aunque en muchas ocasiones lo recomendable es derivar el caso a un veterinario etólogo.

    ¿Qué consejos podemos dar a los tutores si su perro tiene terror a acudir a nuestra clínica?

    Podemos aconsejarles un trabajo preventivo previo. Por ejemplo, que, si disponen de tiempo, acudan de vez en cuando a la clínica veterinaria sin tener cita previa para acostumbrar al perro. Si además combinamos esas visitas con refuerzo positivo (como entregarle algún premio de comida), el paciente ganará confianza.

    También es bueno que alguien de la familia “juegue a ser veterinario”, acostumbrando a su perro a las manipulaciones habituales en la clínica (inspección de oídos o de boca, palpación de abdomen, corte de uñas, etc.).

    Y si ya nos encontramos con un caso muy extremo, siempre queda la solución de prescribir fármacos ansiolíticos.