Linfoma canino: ¿tienen todos el mismo pronóstico?
Introducción
El linfoma es la neoplasia hematopoyética más frecuente en el perro, con una incidencia de 20-107 casos/100.000 perros.1,2 Además, se ha estimado que representa del 12-18% de la totalidad de los tipos de cáncer.1 Aunque hubo un tiempo en que decir “linfoma” equivalía a establecer un diagnóstico definitivo, actualmente se acepta que el linfoma canino incluye diversas entidades clínicas y morfológicas, que pueden clasificarse atendiendo a su presentación clínica, morfología celular, grado, inmunofenotipo y eventualmente análisis genómico.1
Cuadro clínico
Los signos clínicos del linfoma canino son variables y dependen principalmente de la localización y extensión del tumor.
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El linfoma multicéntrico se caracteriza principalmente por la presencia de linfadenopatía generalizada, junto a la presencia variable de signos inespecíficos como anorexia, pérdida de peso, vómito, diarrea, disnea, fiebre y poliuria/polidipsia (especialmente en perros con hipercalcemia de malignidad).
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El motivo de consulta también puede estar relacionado con discrasias sanguíneas secundarias a la infiltración tumoral de la médula ósea.
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También pueden aparecer cuadros eminentemente respiratorios, digestivos o cutáneos en casos de darse, respectivamente, infiltración pulmonar, linfoma alimentario o un linfoma epiteliotrópico.
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En perros con linfoma del sistema nervioso central los signos clínicos más frecuentes incluyen convulsiones, parálisis o paresia.
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El linfoma ocular se caracteriza por la presencia de uveítis, hipopion, hipema o glaucoma.
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Es frecuente la presencia de diversos síndromes paraneoplásicos como anemia e hipercalcemia de malignidad.3
Diagnóstico del linfoma canino
Evaluación diagnóstica de inicio
La evaluación inicial de un perro con sospecha de linfoma debería incluir examen físico completo, hematología, bioquímica (si es posible con determinación del calcio ionizado), urianálisis y por supuesto citología y/o biopsia del tejido afectado.3
Si los resultados no son concluyentes
Una vez establecida la presencia del linfoma, o si los resultados no son concluyentes, se puede recurrir a una serie de pruebas adicionales que permitirán establecer de modo más preciso el tipo de linfoma que presenta el paciente, como son la inmunocitoquímica/inmunohistoquímica, citometría de flujo o PARR (PCR para el reordenamiento del receptor de antígeno).
A partir de ahí y en función de cada caso, se indica la realización de diversas pruebas de imagen (como radiografías, ecografía/ecocardiografía, o técnicas de imagen avanzada como tomografía computarizada o resonancia resonancia magnética), y aspirados / biopsia de médula ósea que permitan estadiar el tumor.
Clasificación del linfoma canino
El linfoma canino puede clasificarse, como hemos comentado anteriormente atendiendo a diferentes criterios, como son: la localización anatómica, resultados de la histopatología e inmunofenotipado, y estadio clínico.
El objetivo de estas clasificaciones es tratar de establecer una relación entre: tipo de linfoma, tratamiento a administrar y pronóstico del paciente.
Clasificación por subtipos
Actualmente se reconocen 19 subtipos de linfoma de células B y 16 de células T, de entre los que se han establecido 7 formas con valor pronóstico:
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Hiperplasia folicular benigna.
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Linfoma de la zona marginal.
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Linfoma de células B de células centroblásticas grandes.
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Linfoma de células inmunoblásticas grandes.
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Linfoma de la zona T.
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Linfoma de alto grado.
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Linfoma de células T periférico.4,5
Se considera que el que mejor pronóstico tiene es el linfoma de la zona T, mientras que los linfomas T de alto grado son los que lo tienen peor.5
Clasificación por estadios
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Estadio I: define a animales con único ganglio linfático afectado.
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Estadio II: incluye pacientes con múltiples ganglios afectados, pero todos en el mismo lado del diafragma.
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Estadio III: cuando la afectación ganglionar es generalizada.
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Estadio IV: si hay afectación de hígado y/o bazo.
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Estadio V: afectación de médula ósea u otros sistemas orgánicos.
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A su vez, el subestadio A o B define la ausencia/presencia de signos clínicos sistémicos.
De modo general se acepta que a medida que aumenta el estadio empeora el pronóstico, y que es peor el pronóstico para pacientes en subestadio B.3
Conclusiones
Hace 20-30 años, cuando se diagnosticaba un linfoma canino muchos propietarios solicitaban la eutanasia prácticamente inmediata de sus mascotas. Afortunadamente las cosas han cambiado, y actualmente la quimioterapia forma parte de los tratamientos habituales, ya no solo en centros de referencia, sino también en clínicas generalistas. Sin embargo, si queremos seguir avanzando, y presentar a los propietarios una mejor información sobre el pronóstico de la enfermedad de su perro, es necesario que hagamos una buena evaluación diagnóstica que nos permita clasificar correctamente el tipo de linfoma que presenta el paciente.