El ABC de la gastroenteritis hemorrágica canina
Introducción
La gastroenteritis hemorrágica canina es un síndrome visualmente muy llamativo, que se caracteriza por vómitos agudos y diarrea intensa con evolución hacia una diarrea grave (ocasionalmente masiva) y acompañada de sangre (disentería). Este síndrome se acompaña de una morbilidad relativamente baja, pero puede tener una mortalidad elevada en ausencia del tratamiento.1
Los signos clínicos aparecen espontáneamente, pero también pueden tener lugar tras una alteración gastrointestinal, o como consecuencia de la ingestión de fragmentos de hueso o comida deteriorada o congelada. Es destacable que en gatos no se ha observado esta enfermedad. En general, la gastroenteritis hemorrágica canina puede afectar a perros de cualquier edad, pero la frecuencia es menor en menores de un año y mayor entre los de 2-4 años.1
Todos los perros con este síndrome presentan diarrea. En aproximadamente el 90% de los animales, la diarrea evoluciona a disentería, y en el resto la disentería representa el primer signo. La mayoría de los animales presentan vómitos, a menudo con sangre. El cuadro clínico estándar se puede resumir como un proceso de letargo que evoluciona hacia la aparición de vómitos, con una evolución rápida hacia la defecación.1
La evolución suele ser aguda. La gravedad del cuadro clínico es muy variable, abarcando casos muy leves con una ligera diarrea con sangre hasta casos muy graves de diarrea intensa con sangre, shock, coma y fallecimiento. La mayor parte de los animales muestra retraso en el llenado capilar con pulso débil y rápido. La presencia de sangre digerida en las heces genera un olor característico, similar al de la infección por parvovirus, y los animales con diagnóstico grave presentan depresión del sistema nervioso central, postración y coma. Por el contrario, otros animales tienen un aspecto normal y se mantienen alerta, aunque tengan una elevación importante del hematocrito y necesiten tratamiento activo. Aun así, algunos casos pueden acabar en fallecimiento. Respecto a las alteraciones intestinales, pueden presentarse áreas parcheadas de hiperemia hasta cuadros de enteropatía hemorrágica grave.1
Etiología
La causa es desconocida. Ciertas teorías sostienen que este síndrome es una respuesta anafiláctica frente a endotoxinas bacterianas, aunque hasta la fecha no existen pruebas. La anafilaxia en perros induce un espectro de signos clínicos y clinicopatológicos idénticos a la gastroenteritis hemorrágica canina, y se han aislado grandes cantidades de Clostridium perfringens en perros con signos clínicos de gastroenteritis hemorrágica canina, lo que sugiere que podría estar ocasionada por una enterotoxemia por clostridios.1
Diagnóstico diferencial
El diagnóstico diferencial incluye la infección por parvovirus, intoxicación por warfarina, colitis grave, ulceración gástrica, trombocitopenia, pancreatitis hemorrágica, cuerpos extraños intestinales e intestino de shock (enteritis por tripsina).1
Analítica
En la analítica el hematocrito está incrementado en un 55-80% con un valor medio del 60%, y el recuento de hematíes y la concentración de hemoglobina aumentan simultáneamente. 1
El comienzo agudo de los síntomas, junto con una hemoconcentración marcada, permiten establecer un diagnóstico presuntivo. En los pacientes graves pueden encontrarse trombocitopenia y azoemia renal o prerrenal.2
Tratamiento de la gastroenteritis hemorrágica en perros
El tratamiento empieza con una fluidoterapia intensiva para tratar o prevenir el shock, la coagulación intravascular diseminada secundaria a la hipoperfusión, y la insuficiencia renal secundaria a la hipovolemia. A menudo se emplean antibióticos por vía parenteral (p. ej., ampicilina, cloranfenicol), ante el riesgo de proliferación de las bacterias intestinales, aunque no se han establecido definitivamente sus dosis. Si el paciente sufre una hipoalbuminemia grave durante la fluidoterapia, pueden necesitarse coloides sintéticos o plasma.2
El pronóstico es bueno para la mayoría de los animales que son llevados a tiempo. Los pacientes con tratamientos inadecuados pueden morir por colapso circulatorio, coagulación intravascular diseminada o insuficiencia renal.2