Después de castrar a un perro: Comparativa entre castración quirúrgica y química
La castración es uno de los procedimientos más habituales para el control de la reproducción en perros. También se utiliza para prevenir el cáncer de testículos y la hipertrofia prostática en los machos, así como para eliminar el celo y disminuir el riesgo de padecer tumores mamarios y de ovario en las perras.
Es más habitual en las hembras, aunque cada vez se utiliza más en los machos, en los cuales también reduce problemas de comportamiento como la agresividad, como se comprobó en este estudio publicado en el Journal of the American Veterinary Medical Association1.
La esterilización tiene como objetivo inhibir el funcionamiento de los testículos y los ovarios, por lo que se puede realizar mediante su extracción quirúrgica o a través de procedimientos químicos que actúan provocando una fibrosis, como en el caso de los agentes esclerosantes o bloqueando la producción de óvulos y espermatozoides. Ambas alternativas suelen ser bastante seguras, pero sus resultados y la evolución del paciente difieren.
Resultados y evolución de la castración quirúrgica y química
Después de castrar a un perro pueden aparecer algunas complicaciones secundarias al procedimiento. El dolor y la inflamación son las complicaciones más habituales en la castración quirúrgica, sobre todo cuando se utiliza la técnica pre-escrotal, que se caracteriza por cursar con una mayor inflamación y una recuperación más lenta en comparación con la técnica escrotal2. Algunas veces también puede desarrollarse una bacteriuria, aunque su prevalencia no supera el 2,1 %.
En comparación, la castración química suele tener menos complicaciones postoperatorias que la castración quirúrgica. Un estudio publicado en la Veterinary Journal3 en el que se compararon los resultados postoperatorios en 54 perros macho adultos sometidos a una castración química con gluconato de zinc y otros 55 perros macho a los que se les realizó una castración quirúrgica detectó la presencia de inflamación y/o ulceración en ambos procedimientos, pero sobre todo en la castración quirúrgica.
Estos investigadores evaluaron la aparición de complicaciones postoperatorias como la inflamación, la ulceración en el caso de la castración química y la dehiscencia en la castración quirúrgica a los 3, 7 y 14 días después de castrar a los perros. Comprobaron que 22 de los perros castrados por cirugía y 7 de los animales castrados químicamente experimentaron inflamación y/o ulceración mientras que solo 2 de los perros sometidos a castración química y 1 de los canes castrados por cirugía necesitaron una reparación quirúrgica tras el procedimiento.
Una investigación posterior4, confirmó estos resultados. Los investigadores analizaron los efectos secundarios en 38 perros macho adultos castrados con una inyección de gluconato de zinc. Constataron que después de castrar a los perros solo el 2,6 % de los animales presentó una inflamación en la región escrotal, una cifra relativamente inferior al 6 % de incidencia que indica la literatura veterinaria.
En lo que respecta a los niveles hormonales, un estudio del equipo del Dr. Vanderstichel5 en 118 perros macho, de los cuales 36 fueron castrados químicamente y 39 mediante cirugía, analizó los niveles de testosterona antes, en el momento del tratamiento y después de castrar a los perros.
Después del tratamiento todos los perros castrados quirúrgicamente tenían concentraciones de testosterona por debajo de 1,0 ng/ml mientras que el 66 % de los perros castrados químicamente no presentó variaciones en la testosterona a los 4 y 6 meses después del tratamiento. De hecho, tras los 6 meses solo el 30 % de los perros castrados químicamente presentaron una baja concentración de testosterona (< 1,0 ng/ml), similar a la de los perros sometidos a una castración quirúrgica.
En cuanto a los efectos sobre el comportamiento, no se han reportado grandes diferencias en ambos tipos de procedimientos. Sin embargo, un estudio presentado en el 15º Congreso de la European Veterinary Society for Small Animal Reproduction6, en el que se comparó el efecto de la castración quirúrgica y química sobre el comportamiento canino, encontró que las perras sometidas a la castración quirúrgica experimentan una mayor inhibición en su comportamiento sexual que sus pares castradas químicamente.
Referencias
1. Neilson, J.; Eckstein, R. y Hart. B. (1997) Effects of castration on problem behaviors in male dogs with reference to age and duration of behavior. Journal of the American Veterinary Medical Association; 211(2): 180-2.
2. Arciniegas, D. (2018) Comparación de dos técnicas quirúrgicas escrotal v/s pre-Escrotal en castración en caninos. (Trabajo de titulación) Universidad Politécnica Salesiana, Ecuador.
3. DiGangi, D. et. Al. (2017) Post-operative outcomes of surgical and chemical castration with zinc gluconate in dogs presenting to veterinary field clinics. Veterinary Journal, 229: 26-30.
4. Tatahe, T. (2014) Evaluación en campo de la castración química en perros usando gluconato de zinc. (Trabajo de titulación) Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Perú.
5. Vanderstichel, R. et. Al. (2014) Changes in blood testosterone concentrations after surgical and chemical sterilization of male free-roaming dogs in southern Chile. Theriogenology; 83(6): 1021-7.
6. Gier, J. Et. Al. (2012) Behaviour and the pituitary-testicular axis in dogs before and after surgical or chemical castration with the GnRH agonist deslorelin. Presentado en 15th Congress of the European Veterinary Society for Small Animal Reproduction y 7th International Symposium on Canine and Feline Reproduction.