Collar o arnés. ¿Qué es mejor para la presión intraocular?
La diferencia entre el collar y el arnés radica en los puntos de presión: al aplicar una tensión la fuerza de ésta se reparte en diferente zona e intensidad:
- El collar sobrecarga la zona del cuello, comprimiendo la vena yugular. Esto produce una ingurgitación vascular de la úvea anterior así como de la coroides lo que conlleva un aumento del volumen sanguíneo de la zona y mayores presiones intraoculares.
- El arnés reparte la tensión entre el cuello y la caja torácica, lo que se traduce en una menor elevación de la PIO por una compresión directa del cuello aunque permite que el perro tire en mayor medida que con el collar.
En el campo de la oftalmología veterinaria se recomienda el uso de arnés en perros con glaucoma, debilidad corneal y en caso de cirugía oftalmológica reciente.
Con el fin de valorar si realmente el uso del arnés produce una menor elevación de la PIO que el uso del collar, Pauli AM et al. estudiaron los casos de 26 perros de tiro de las razas Alaskan malamute (n=12), American Staffordshire terrier (n=4), Husky siberiano (n=8), American cocker spaniel (n=1) y Chinook (n=1). Se estudiaron un total de 51 ojos, puesto que se excluyeron aquellos con patología previa (un ojo con úlcera corneal). La presión intraocular en todos los casos fue inferior a 25 mmHg.
Para la realización del estudio se utilizaron arneses y collares de nylon adaptados a las dimensiones de cada animal. Se midió la fuerza de tiro generada por cada perro con ambos dispositivos para después replicar el experimento de manera controlada. Manteniendo al perro estático y de pie mediante una correa, se replicó la tensión previamente medida asegurando un ángulo de fuerza constante. Para garantizar que la PIO volviera a sus valores normales con cada intento el intervalo de repetición nunca fue menor de 5 minutos. Las mediciones de la PIO se realizaron antes aplicar la tracción y 10 segundos y 1 minuto después. Se observan los cambios de las mediciones con collar y con arnés.
Los resultados obtenidos constatan que la presión intraocular se eleva significativamente cuando la tracción se realiza mediante el collar. En ciertas razas esta presión en el cuello, con la subyacente presión yugular, se contrarresta adoptando determinadas posturas: se observó que muchos de los Alaskan malamute y de los Huskies siberianos adoptaban una posición más baja apoyando el peso en sus hombros al aplicarse la tracción, lo que se tradujo en mediciones de PIO menos variables.
Los mayores picos de presión intraocular se observaron a los 10 segundos post-tracción correa-collar. Un minuto más tarde los valores se normalizaron en todos los casos. Esta rápida modificación de los valores de PIO sugiere que el mecanismo fisiológico que lo desencadena tenga que ver con el aumento del volumen sanguíneo intraocular producido por la compresión ejercida sobre la vena yugular.
Se observó una mayor elevación de la PIO en perros mayores; pese a que en la actualidad se sabe poco sobre los efectos de la edad en la compliance coroidal en perros, si que sabemos que la longevidad disminuye la elasticidad vascular lo que puede conllevar mayores elevaciones de la PIO. En este estudio no se tuvieron en cuenta los efectos que pudieran tener sobre la presión ocular las maniobras de Valsalva puesto que el perro no participaba activamente de la medición, pese a ello se debe considerar que éstas también incrementan la presión intraocular.
Basándonos en los resultados de este estudio, se recomienda el uso de arnés en aquellos perros con debilidad corneal, glaucoma o cualquier otra patología en la que un incremento de la presión intraocular pueda resultar perjudicial, especialmente durante la actividad física.
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