Vasculitis en perros: la piel como órgano diana
Introducción
La vasculitis cutánea no debe considerarse un diagnóstico definitivo, sino una presentación clínica que puede requerir un esfuerzo diagnóstico para establecer su etiología y manejar el caso adecuadamente.
Diversos factores (Tabla 1) pueden desencadenar la aparición de vasculitis en el perro (fármacos, infecciones, enfermedades autoinmunes como el lupus eritematoso, etc.) Por ello, es importante completar una buena historia clínica que junto los hallazgos clínicos e histopatológicos permitan hacer un diagnóstico preciso.1
Etiopatogenia de la vasculitis en perros
Desde un punto de vista inmunológico las vasculitis de origen inmunomediado pueden ser consecuencia de reacciones de hipersensibilidad tipo I, II o III, si bien se cree que este último es el mecanismo patogénico que explica la mayoría de vasculitis cutáneas en el perro.1
Por otra parte, y desde un punto de vista histológico se distingue entre vasculitis “verdadera” y “vasculopatía” (este último término hace referencia a los accidentes tromboembólicos y oclusión vascular causada por trombos de fibrina). Las vasculitis “verdaderas” se dividen primero en leucocitoclásticas (evidencia histológica de picnosis y cariorrexis del núcleo) y no-leucocitoclásticas; y luego en función del tipo celular predominante en neutrofílicas, eosinofílicas o linfocíticas. Por último, las dermatopatías isquémicas se consideran vasculitis de baja celularidad (poor-cell vasculopathy). 1,2
Diagnóstico
La confirmación diagnóstica de la existencia de una vasculitis cutánea se obtiene mediante biopsia. Ante la sospecha de vasculitis debe obtenerse:
- Historia completa que verifique la posible exposición a factores desencadenantes (Tabla 1).
- Muestras de sangre y orina para hematología, bioquímica, urianálisis y serología de enfermedades vectoriales (en zonas endémicas).
- Hemocultivos en pacientes sépticos, y pruebas de coagulación en casos de marcada hemorragia cutánea.1 En estos pacientes una concentración de dímero-D > 500 mg/ml sugiere presencia o desarrollo inminente de trombosis vascular.3
Si no se identifica ninguna causa desencadenante la vasculitis se considera idiopática, pero antes de emitir este diagnóstico es muy importante haber hecho un diferencial completo.
Cuadro clínico
Las vasculitis cutáneas pueden manifestarse únicamente con lesiones cutáneas (púrpura, placas, bullas hemorrágicas, ronchas, pápulas, edema), pero no es infrecuente que éstas se vean precedidas o acompañadas de signos sistémicos (anorexia, decaimiento, malestar, dolor, pirexia, y con menor frecuencia artropatías, neuropatías, miopatías, glomerulonefritis, pericarditis o enteritis).
Si las lesiones son severas la hipoxia o isquemia vascular conducen a necrosis del tejido afectado con aparición de úlceras crateriformes y costras. La zona puede aparecer firme, decolorada y fría al tacto. Si se afecta el tejido adiposo subcutáneo pueden aparecer nódulos a ese nivel. Estas lesiones pueden presentarse en cualquier parte del cuerpo y tienen con frecuencia apariencia linear (reflejando la anatomía vascular).1 En general los pacientes con dermatopatías isquémicas presentan signos más leves.2
Tratamiento
El tratamiento de la vasculitis en perro debe adaptarse a cada caso particular y está basado en la historia y manifestaciones clínicas, identificación y manejo de la causa desencadenante y carácter progresivo o regresivo de la enfermedad.
En pacientes con ulceraciones severas es fundamental un cuidado adecuado de las lesiones, para evitar una potencial infección y subsiguiente sepsis.
Los glucocorticoides se indican por la naturaleza inmunomediada del proceso; sin embargo, en ausencia de un diagnóstico etiológico preciso debe tenerse en cuenta los posibles efectos negativos de la inmunosupresión en pacientes con una enfermedad infecciosa activa y también en la cicatrización de las heridas. Por ello, se recomienda iniciar la corticoterapia con prednisona/prednisolona a 0,5-1 mg/kg/24 horas, e ir aumentando si es necesario.1
Existen evidencias anecdóticas sobre el uso ciclosporina en algunas vasculitis, pero la recomendación es reservarla para casos idiopáticos que requieran manejo médico a largo plazo y que no toleren los corticoides.1
La azatioprina puede usarse para reducir la dosis y los efectos adversos de los corticoides, pero sin olvidar que su efectos beneficiosos pueden tardar de 1-6 semanas en manifestarse y que es un fármaco que puede presentar importantes efectos adversos, sobre todo a nivel hematológico y hepático.1
La pentoxifilina es una metilxantina cuyo uso es muy seguro y que se ha recomendado en el tratamiento de la vasculitis cutánea por sus efectos hemorreológicos e inmunomoduladores. Es el fármaco de elección (asociado a vitamina E) en el tratamiento de las dermatopatías isquémicas2 mientras que en las vasculitis “verdaderas”, se usa principalmente como agente ahorrador de corticoides. Su mecanismo de acción es lento y pueden pasar semanas o meses antes de obtener respuesta clínica.1,2
La combinación de una tetraciclina con niacinamida puede usarse en casos leves. Suele ser bien tolerada, pero se han reportado efectos adversos, a nivel gastrointestinal y hepático, generalmente relacionados con la niacinamida.1
Conclusiones
La vasculitis cutánea es un proceso inflamatorio dirigido contra los vasos sanguíneos y que puede ser consecuencia de diversos factores desencadenantes. Por ello, no debe ser visto como un diagnóstico final. Ha de hacerse un esfuerzo para identificar y corregir el factor desencadenante, adaptando el tratamiento a cada caso de modo individual.