Pénfigo en perros: Terapia en pulsos de glucocorticoides orales
El pénfigo es la enfermedad dermatológica inmunomediada más común en perros. Según su distribución, histopatología y tipo de lesión se clasifica en pénfigo vulgar, eritematoso, vegetante y foliáceo, siendo este último el más frecuente. Puede aparecer en cualquier raza y sexo, aunque es más común en los perros de mediana edad.
El pénfigo en perros puede ser difícil de tratar. A menudo demanda el uso de medicamentos inmunosupresores a largo plazo, los cuales afectan la calidad de vida del animal provocando diferentes efectos adversos. Por eso se continúan buscando nuevos tratamientos que puedan mejorar el pronóstico reservado de esta enfermedad.
Signos clínicos del pénfigo en perros
El pénfigo canino se caracteriza por la formación de vesículas, costras y ampollas que cubren la piel y/o las mucosas. La enfermedad está provocada por la acción directa de los autoanticuerpos sobre los desmosomas, las estructuras celulares que mantienen unidos a los queratinocitos.
Como resultado, los queratinocitos pierden la cohesión, un proceso denominado acantólisis, transformándose en queratinocitos acantolíticos, que son los que se aprecian en pruebas diagnósticas como la citología o el estudio histopatológico, en los que también se verá una gran cantidad de neutrófilos.
En la mayoría de los perros, las primeras lesiones afectan la zona facial, especialmente la parte dorsal del hocico, y la mucosa oral pero luego se extienden a otras áreas. No es inusual que el pénfigo curse en concomitancia con infecciones bacterianas y desencadene una serie de síntomas sistémicos como fiebre, letargia, dolor, anorexia y linfadenopatía.
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Tratamiento del pénfigo en perros
Si el perro no recibe tratamiento, el pronóstico del pénfigo vulgar es desfavorable. De hecho, incluso con el tratamiento, el pronóstico es reservado, ya que pueden producirse recaídas. La terapia más habitual consiste en una combinación de corticosteroides sistémicos con fármacos inmunosupresores y/o inmunomoduladores, recurriendo a fármacos citotóxicos como la azatioprina, la ciclofosfamida y el clorambucilo.
De hecho, un estudio publicado en la Journal of the American Veterinary Medical Association1 comprobó que solo el 39 % de los perros responden a la monoterapia con corticosteroides, mientras que entre el 50 y el 55 % respondieron positivamente a la combinación de prednisona y fármacos citotóxicos o a la prednisona con aurotioglucosa. Cuando existe una infección bacteriana secundaria es necesario recurrir al uso de antibióticos.
Durante el tratamiento se recomienda realizar revisiones periódicas de sangre y orina, al inicio cada 15 días para evaluar el impacto de los fármacos en la médula ósea, hígado, sistema gastrointestinal y glándulas adrenales. Cuando se logra una remisión de las lesiones, hay que reducir las dosis gradualmente hasta conseguir niveles de mantenimiento. Como regla general se recomienda una disminución de aproximadamente un 25 % cada vez que se ajusta la dosis, aunque ello variará de un paciente a otro. En ese momento los análisis se pueden realizar con cada cambio de dosis.
No se puede olvidar que los glucocorticoides tienen numerosos efectos secundarios, desde poliuria, polidipsia y polifagia a corto plazo hasta úlceras gástricas, diabetes mellitus,hiperadrenocorticismo secundario, hepatopatía e infecciones secundarias a largo plazo. De hecho, la aparición de estos efectos adversos antes del décimo mes de tratamiento afectan al pronóstico y aumentan la tasa de mortalidad, según reveló un análisis de la Universidad de Pensilvania2 realizado en 43 perros con pénfigo foliáceo.
Por esa razón se están buscando tratamientos que ofrezcan una mejoría rápida. Un estudio realizado en la Universidad Estatal de Carolina del Norte3 analizó la eficacia de la terapia en pulsos con glucocorticoides orales en el tratamiento del pénfigo en perros comparando su eficacia con las terapias tradicionales a base de glucocorticoides orales. Tras 3 meses de tratamiento, estos investigadores comprobaron que el 61 % de los perros sometidos a la terapia en pulso mostró una remisión completa mientras que en el otro grupo solo el 15 % mostró una remisión similar.
Por tanto, el estudio concluye que la terapia en pulsos con glucocorticoides orales es beneficiosa ya que no solo proporciona una mejoría rápida, sino que también permite utilizar dosis de glucocorticoides orales menores entre los pulsos y, por tanto, se reduce la aparición de efectos adversos.
Ihrke, P. J. et. Al. (1985) Pemphigus foliaceus in dogs: a review of 37 cases. J Am Vet Med Assoc;186(1): 59-66.
Gomez, S. M. et Al. (2004) Outcome and complications associated with treatment of pemphigus foliaceus in dogs: 43 cases (1994-2000). J Am Vet Med Assoc; 224(8): 1312-1316.
Bizikova, P. & Olivry, T. (2015) Oral glucocorticoid pulse therapy for induction of treatment of canine pemphigus foliaceus - a comparative study. Vet Dermatol; 26(5): 354-358.