Anorexia canina: recomendaciones clínicas a los tutores
La lista de diagnósticos diferenciales ante un perro que no quiere comer y está triste es prácticamente infinita. Desde el punto de vista clínico es importante educar al tutor sobre cuándo debe preocuparse y considerar cuán importante es un signo de trastorno en perros.
Introducción
Aunque a priori no lo parezca, una de las situaciones más desafiantes a las que se enfrenta el veterinario clínico generalista en su práctica habitual es la llamada de un cliente preocupado por la salud de su perro y que al ser preguntado por lo que ocurre, solo responde “mi perro no quiere comer y está triste”.
Realmente, en estos casos no es fácil decidir que hacer, porque la lista de posibles diagnósticos diferenciales es tremendamente amplia y abarca desde procesos leves y autolimitantes, que se van a resolver con independencia de las acciones que tome al veterinario, a enfermedades muy graves que puedan llegar incluso a causar la muerte del animal, pero que están en estadios iniciales.
Evidentemente, el cuidador del perro espera que el veterinario le indique que hacer, pero al mismo tiempo, si la evolución del caso no es favorable, en su fuero interno puede pensar que eso ha ocurrido por no haber sido aconsejado correctamente. Por ello, parece claro que, ante esta situación, el clínico debe ser cuidadoso e intentar hacer las recomendaciones que considere más adecuadas, pero sin olvidar que ello puede volverse en su contra más adelante.
Abordaje clínico al perro que no quiere comer y está triste
Consulta telefónica
Muchas de estas consultas se producen inicialmente por teléfono. En este primer contacto, la recomendación desde la clínica debe ser siempre la de acudir al centro para poder examinar al animal y verificar su condición general. A partir de ahí y en función de los resultados del examen físico, podremos recomendar un abordaje diagnóstico más preciso.
Tenemos que dejar claro a nuestro equipo de recepción que a alguien que tiene un animal bajo su cuidado nunca se le deberían decir cosas como “no se preocupe, probablemente no será nada serio” u “obsérvelo un par de días y si no mejora nos vuelve a llamar y lo vemos”. Debemos explicar que observe al perro en cada comida y cuando bebe, además de pesar al animal para poder comprobar si pierde peso en una semana. En el caso de que así sea, la visita a la clínica es obligada.
En la clínica
Una vez el animal está en la clínica, es muy importante tratar de obtener el máximo de información respecto al estado general del perro y los cambios que han motivado la consulta.
El primer paso sería valorar la reseña del animal, porque la edad, sexo o raza pueden ayudar a focalizar el origen del problema:
- Si se trata de un cachorro, en los posibles diferenciales habrá que tener más en cuenta enfermedades congénitas, posible ingestión de cuerpos extraños o determinadas enfermedades infecciosas de acuerdo con el plan vacunal del animal.
- Por el contrario, en perros geriátricos consideraremos más una posible enfermedad degenerativa o una neoplasia.
- En hembras no esterilizadas de mediana/avanzada edad es obligatorio pensar en una posible piometra.
- En machos no castrados habría que valorar la existencia de patologías prostáticas.
- En cuanto a las razas, por ejemplo, tendremos que tener en cuenta que animales condrodistróficos tienen una alta prevalencia de enfermedades discales.
A la hora de completar la historia del paciente es importante establecer cuándo fue la última vez que su estado general fue totalmente normal y cuál ha sido la evolución del problema.
También hay que valorar si han habido cambios en el entorno del animal por la incorporación a un hábitat distinto al habitual, o bien por la incorporación de alguna anomalía no detectada.
.Debemos también preguntar al responsable sobre posibles cambios en los patrones de defecación o micción en los días previos. En perros que viven en el exterior esta información puede no conocerse, pero, por ejemplo, preguntar si en los últimos días han llenado el bebedero del animal con mayor frecuencia puede ayudar a establecer la existencia de poliuria/polidipsia y guiar el diagnóstico diferencial.
Muchos propietarios vinculan los cambios súbitos en la salud del animal con posibles envenenamientos. Aunque generalmente esto no es así, no podemos dejar de considerar esta posibilidad, sobre todo en perros que viven en el exterior o en aquellos que conviven con personas que toman medicación crónica.
Es importante obtener información sobre la profilaxis empleada para la prevención de ecto/endoparásitos, especialmente en zonas donde haya enfermedades vectoriales endémicas. Igualmente, debemos obtener información sobre viajes del animal a lugares donde enfermedades que son raras en nuestra zona, pueden ser endémicas. Por ejemplo, en perros del norte de España que viajan a la costa mediterránea debería considerarse la leishmaniosis entre los diferenciales. Igualmente, aunque enfermedades como la babesiosis no son comunes en el Mediterráneo, deben ser tenidas en cuenta en perros que han viajado de forma reciente al Norte de España.
Examen físico
Una vez completada la anamnesis debemos pasar al examen físico, que en pacientes con cuadros poco definidos debe ser siempre sistemático y abarcar todos los sistemas orgánicos.
- Especialmente importante es valorar la existencia de dolor a distintos niveles.
- Valorar el patrón respiratorio del animal.
- Establecer el estado de hidratación.
- Ver si hay fiebre o no.
- Hacer una auscultación cardiopulmonar cuidadosa al tiempo que se comprueba el
- Palpar cuidadosamente el abdomen para tratar de establecer la presencia de megalias o masas.
- Y valorar el estado de las mucosas:
- Unas mucosas pálidas pueden indicar anemia severa, una perfusión deficiente o una combinación de ambas.
- La presencia de cianosis sugiere déficit en la oxigenación de los tejidos.
- Y unas mucosas ictéricas son compatibles con enfermedad hemolítica, hepatopatías o alteraciones en el sistema biliar u órganos próximos.
Pruebas diagnósticas
Una vez completado el examen físico y en base a los hallazgos de este, el siguiente paso debería ser recomendar las pruebas diagnósticas que consideremos necesarias.
En este sentido, si el examen físico no ha mostrado alteraciones relevantes, la recomendación sería hacer un hemograma, bioquímica general y urianálisis con densidad de orina y tira colorimétrica.
En pacientes en los que el examen físico sugiere la existencia de enfermedades graves, debería aconsejarse la hospitalización del paciente y complementar estas pruebas iniciales con la realización de pruebas de imagen (radiografía/ecografía) en función de la anormalidad presente. Además, deberían recomendarse serologías frente a las enfermedades vectoriales más frecuentes.
Conclusiones
Siempre que el clínico es consultado por un perro con signos clínicos inespecíficos debe ser proactivo. Nunca hay que caer en el error de infravalorar el grado de preocupación del responsable del animal. Debemos cuanto menos recomendar un examen físico completo, y pruebas diagnósticas de acuerdo a los resultados del mismo, y que. en cualquier caso, será el cuidador del perro el que acepte o decline nuestra oferta.
Preguntas
¿Debemos tranquilizar o quitar presión a nuestro cliente sobre el problema que puede tener su mascota si lo vemos muy nervioso?
Por supuesto intentaremos tranquilizarlo informándole de que vamos a analizar y estudiar el caso en profundidad, pero a alguien que tiene un animal bajo su cuidado nunca se le deberían decir cosas como “no se preocupe, probablemente no será nada serio” u “obsérvelo unos cuatro días y si no mejora nos vuelve a llamar y lo vemos”, ya que si la evolución del caso no es favorable, el cuidador, en su fuero interno, puede pensar que eso ha ocurrido por no haber sido aconsejado correctamente por su veterinario.
Hay que definir claramente al cuidador los costes que puede suponer un reconocimiento en profundidad
En pacientes con cuadros poco definidos el examen debe ser siempre sistemático y abarcar todos los sistemas orgánicos. Y si el examen físico no ha mostrado alteraciones relevantes, debemos darle nuestra recomendación, que sería hacer un hemograma, bioquímica general y urianálisis con densidad de orina y tira colorimétrica, y los costes que todo ello supone, explicándole que es necesario de cara a obtener pistas sobre la salud del paciente que en la revisión general no hemos encontrado.
¿Es importante la edad, sexo o raza para ayudar en el diagnóstico?
Efectivamente, estos datos nos ayudan a focalizar y restringir el posible origen del problema, ya que unas enfermedades son más comunes que otras. Y si se trata de un nuevo paciente, son datos que podemos ya obtener en la llamada telefónica.