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Hepatobiliar, Neoplasia
ETIOLOGÍA: Hay una gran diversidad en las neoplasias que pueden afectar al hígado y sistema biliar pudiendo ser neoplasias primarias o metastáticas siendo más frecuentes éstas últimas. Las neoplasias secundarias más frecuentes son el linfosarcoma y el carcinoma pancreático en el perro y el linfosarcoma en el gato. Las neoplasias primarias hepáticas son infrecuentes en el perro y el gato. Pueden originarse en los hepatocitos o bien en el epitelio biliar y pueden ser benignas o malignas. En el perro son más frecuentes los adenomas y adenocarcinomas mientras que en el gato lo son los adenomas colangiocelulares. Son aún menos frecuentes las neoplasias primarias mesenquimatosas siendo las más habituales el hemangiosarcoma y leiomiosarcoma. Se presentan en animales viejos ( 10 años) y los carcinomas pueden adquirir tres formas diferentes: como una única masa afectando un lóbulo, múltiples nódulos afectando diversos lóbulos o en forma difusa e infiltrativa. PRONÓSTICO: En las neoplasias primarias el pronóstico es muy malo, no responden a la quimioterapia, aunque ciertas neoplasias secundarias (como el linfosarcoma) sí pueden responder a esta terapia. SÍNTOMAS: Cuadro clínico inespecífico hasta la aparición de disfunción hepática normalmente en fases ya avanzadas: anorexia, depresión, adelgazamiento, PU/PD, vómitos, distensión abdominal, ictericia, diarrea y hemorragias. Los signos neurológicos son: depresión, demencia, convulsiones por HE o metástasis en el SNC. En gatos los signos más frecuentes son anorexia y depresión. Son muy infrecuentes la ascitis y los vómitos. Presencia de hepatomegalia y/o masa abdominal, ascitis, hemoperitoneo, anemia regenerativa o no regenerativa, el líquido abdominal es transudado puro o modificado. TRATAMIENTO: Lobulectomía en los casos que está afectado solamente un lóbulo. La supervivencia aproximada es de un año si no hay metástasis en el momento de la cirugía.