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    Ataques epilépticos en perros: ¿Es efectivo el verapamilo?

    La epilepsia en perros no tiene cura, pero es posible controlar la frecuencia e intensidad de los ataques con un tratamiento antiepiléptico a base de fenobarbital o bromuro potásico, ya sea como tratamiento único o complementario. En cambio, no se recomienda utilizar el verapamilo, un fármaco antagonista del calcio que puede provocar efectos secundarios peligrosos.

    La epilepsia, el trastorno neurológico crónico más frecuente en perros, no tiene cura. De hecho, un estudio (1) realizado en la The Royal Veterinary and Agricultural University en perros diagnosticados con epilepsia encontró que la enfermedad aumenta el riesgo de muerte prematura. Se estima que la edad media de supervivencia de los canes con epilepsia es de 2,3 años, aunque tiene una tasa de remisión espontánea o con tratamiento del 15%.

    El pronóstico no solo depende de la raza del animal, ya que algunas son más vulnerables a padecer ataques epilépticos, como el beagle, el golden retriever o el pastor alemán, sino también de la experiencia del veterinario, la adherencia al tratamiento por parte del dueño y la terapia farmacológica elegida.

    El tratamiento antiepiléptico en perros

    El objetivo principal del tratamiento antiepiléptico es reducir la frecuencia de los ataques epilépticos en perros, así como su duración e intensidad. También se intentan minimizar sus efectos secundarios y mejorar la calidad de vida de los animales. Para ello, es importante elegir el tratamiento más adecuado para cada caso y ajustar la dosis según la gravedad de la epilepsia.

    Se recomienda comenzar el tratamiento antiepiléptico cuando el perro sufre dos o más crisis epilépticas en un periodo de seis meses, padece ataques de epilepsia en clúster, el estado postictal se extiende demasiado o aumenta la frecuencia o intensidad de las crisis.

    En estos casos, el tratamiento médico de elección suele ser la terapia farmacológica. Uno de los medicamentos más empleados para tratar la epilepsia canina idiopática es el fenobarbital, un barbitúrico y antiepiléptico cuya efectividad oscila entre el 60 y 93 % en canes, según una revisión de Ródenas y Maeso (2018) (2). El medicamento, de administración oral y acción anti-glutamato, prolonga la apertura de los canales de cloro en los receptores GABA y disminuye el flujo de calcio dentro de las neuronas.

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    Al inicio, la dosis recomendada es de 2,5-3 mg/kg cada 12 horas, aunque puede alcanzar los 5-6 mg/kg cada 12 horas dependiendo de la gravedad de la enfermedad. Tras 15 días de tratamiento se estabilizan los niveles de fenobarbital en sangre y a partir de ese momento se deben controlar dichos niveles a los 15, 45, 90 y 180 días, y luego cada 6 meses. Para lograr un buen manejo de las crisis, los niveles ideales se deben situar entre los 25-30 μg/ml, aunque pueden oscilar entre los 15-35 μg/ml.

    Otro de los fármacos más empleados es el bromuro potásico o bromuro de potasio, con una efectividad del 73,9% cuando se emplea como tratamiento único. Este efecto aumenta a entre el 72 y el 95% cuando se utiliza como terapia complementaria junto al fenobarbital. Su mecanismo de acción no se conoce con certeza, pero se considera que actúa por hiperpolarización de las membranas neuronales, al atravesar los canales de cloro de las células cerebrales.

    Al inicio, se recomienda una dosis de 20-40 mg/kg al día, aunque puede variar dependiendo de si se utiliza como tratamiento único o complementario. Sin embargo, no es hasta después de tres meses de iniciado el tratamiento que se logran estabilizar sus niveles en sangre. De ahí que no se empiecen a controlar sus niveles hasta los tres meses y luego cada seis meses. Sus niveles séricos ideales se sitúan entre los 2000-3000 mg/l cuando se administra como único tratamiento o entre 1000-2000 mg/l cuando se complementa con el fenobarbital.

    Otros medicamentos que también tienen buenos resultados en el tratamiento de la epilepsia en perros son la imepitoína, el levetiracetam, la gabapentina o la zonisamida. Más recientemente, también se ha utilizado el verapamilo, aunque su eficacia no se ha comprobado del todo.

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    Verapamilo para tratar la epilepsia

    El verapamilo es un fármaco antagonista del calcio con efecto antiarrítmico, hipotensor y antianginoso que se utiliza en el tratamiento de la angina de pecho, la hipertensión, los trastornos cardíacos y más recientemente, en el tratamiento de la epilepsia en canes.

    Un estudio (3) realizado en la University of Veterinary Medicine Hannover analizó la eficacia y tolerabilidad del verapamilo como tratamiento complementario para contrarrestar la farmacorresistencia al fenobarbital en un grupo de 11 perros diagnosticados con epilepsia. Los resultados mostraron que el tratamiento con dosis de 6,2-7,3 mg/kg no varió las concentraciones de fenobarbital en el plasma o el líquido cefalorraquídeo.

    El verapamilo tampoco mejoró las crisis epilépticas en los animales que no respondían al fenobarbital y en algunos casos se observaron efectos secundarios, como bradicardia y una disminución de la presión arterial. En otros casos, el verapamilo empeoró las crisis o aumentó la frecuencia de las mismas, por lo que los investigadores suspendieron su administración.

    Su inactividad frente a los ataques epilépticos en perros resistentes al fenobarbital desvela que el verapamilo no ayuda a controlar la epilepsia canina. De hecho, el empeoramiento de las crisis en algunos animales muestra que podría tener un efecto desfavorable en la intensidad y frecuencia de las convulsiones.

    Un estudio (4) anterior realizado en la Escuela de Medicina de Lublin en el que se indujeron crisis epilépticas a ratones había comprobado que el verapamilo no tuvo ninguna acción sobre los inhibidores del canal de calcio ni mejoró las crisis en conjunto con otros medicamentos antiepilépticos.

    Otra investigación (5), llevada a cabo en la Universidad de Medicina de Viena, realizada con personas analizó la cinética del verapamilo en volúmenes de interés de cerebro homólogos localizados de manera ipsilateral y contralateral al foco de la crisis y tampoco halló diferencias significativas que pudieran sustentar el uso del fármaco en el tratamiento de la epilepsia.

    1.     Berendt, M. et. Al. (2007) Premature death, risk factors, and life patterns in dogs with epilepsy. Journal of Veterinary Internal Medicine; 21(4):754-759.

    2.     Ródenas, S. & Maeso, C. (2018) Tratamiento de la epilepsia canina. Argos.

    3.     Jambroszyk, M. et. Al. (2011) Add-on treatment with verapamil in pharmacoresistant canine epilepsy. Epilepsia; 52(2):284-291.

    4.     Czuczwar, S.J.; Małek, U. & Kleinrok, Z. (2007) Influence of calcium channel inhibitors upon the anticonvulsant efficacy of common antiepileptics against pentylenetetrazol-induced convulsions in mice. Neuropharmacology; 29(10): 943-948.

    5.     Langer, O. et. Al. (2007) Pharmacoresistance in epilepsy: a pilot PET study with the P-glycoprotein substrate R-[(11)C] verapamil. Epilepsia; 48: 1774–1784.

     

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