Pérdida de peso y delgadez en perros ancianos
Introducción
A lo largo de las distintas etapas de la vida, los perros sufren cambios en su condición corporal. La tendencia general es creer que los perros mayores suelen presentar exceso de peso; sin embargo, las evidencias indican que la delgadez en perros ancianos predomina sobre el sobrepeso.1
No se conoce el porcentaje de perros ancianos con tendencia a la delgadez, pero en medicina humana se ha estimado que afecta al 65% de los pacientes geriátricos.2 En cualquier caso, la delgadez no siempre es patológica, y por ello, no en todos los casos requiere una atención concreta. Sin embargo, si la delgadez es excesiva y va acompañada de pérdida de peso (no intencionada) y de la condición corporal progresivas, es probable que sea un indicador de la presencia de una enfermedad sistémica grave, y que requiera un abordaje específico y un tratamiento adecuado. Una pérdida pronunciada de masa magra corporal se ha asociado con un incremento en la morbilidad y una mayor mortalidad.1
No hay un criterio unánime relativo a cuán importante debe ser la pérdida de peso para que clínicamente sea considerada significativa, pero probablemente si es superior al 5% en menos de un año requiera una investigación diagnóstica específica.3
Evaluación clínica de la delgadez en perros ancianos
El primer paso en la evaluación de un cuadro de delgadez en un perro anciano es establecer su peso y condición corporal, y si es posible compararlo con la información registrada previamente en su historia clínica. Es necesario investigar cuál es la ingesta calórica del paciente y su origen, porque en principio, la presencia de delgadez en un perro que previamente tenía una condición corporal adecuada sugiere un desequilibrio en la dieta, o en la absorción o utilización de los nutrientes.3 En este sentido, es importante tener en cuenta, que no es necesario restringir el aporte proteico en la dieta en perros ancianos sanos.1
En pacientes con cuadros de malnutrición por maladigestión o malabsorción, el apetito puede estar preservado o aumentado, mientras que la presencia de hiporexia o anorexia, sugieren la existencia de enfermedad sistémica grave. Además, es importante diferenciar si el perro quiere comer, pero no lo hace por la alguna dificultad en la prehensión, masticación o deglución de los alimentos, de aquel que no muestra interés alguno por la comida.
La lista de posibles diferenciales que pueden causar delgadez en perros ancianos debería incluir, pero no estar limitada, a: neoplasias tanto digestivas como extra-digestivas, enfermedad dental, enteropatías crónicas, pancreatitis crónica, diabetes mellitus, hiperparatiroidismo, infecciones bacterianas o fúngicas, insuficiencia cardiaca secundaria a cardiomiopatía dilatada a o valvulopatía mitral, enfermedad renal crónica y desórdenes neurológicos.3
Como en cualquier otra condición, debe hacerse un examen físico completo, porque es posible que éste sea diagnóstico (como en caso de la existencia de enfermedad oral grave), o que aporte información importante sobre las pruebas diagnósticas a realizar (ecografía tras la palpación de una masa abdominal). Una vez completado el examen físico es recomendable la obtención de muestras de sangre y orina para hematología, bioquímica completa y urianálisis, así como la realización de pruebas de imagen rutinarias (radiografías/ecografía).
La decisión de en qué orden deben realizarse estas pruebas dependerá de los hallazgos del examen físico. Es posible que estas pruebas permitan establecer la causa de la delgadez del perro, pero esto no siempre es así. En medicina humana, en hasta un 30% de los pacientes con pérdida de peso no intencionada no es posible establecer la causa. En estos casos se recomienda seguimiento y monitorización periódica.3
Tratamiento
El tratamiento de la delgadez en perros ancianos se basa en el control de la causa subyacente y en establecer un soporte nutricional adecuado.
- En pacientes con hiporexia es recomendable aumentar la palatabilidad de la dieta. Cuanto más apetecible resulte un alimento para el perro, más posible es que lo ingiera. Muchos perros acostumbrados a dietas secas suelen mostrar un mayor interés por la comida húmeda. Otra opción para mejorar la palatabilidad de la comida podría ser aumentar el porcentaje de grasa o proteína del alimento, siempre y cuando no exista una patología de base que lo contraindique.
- Si el tracto gastrointestinal es funcional, pero el paciente no cubre sus requerimientos energéticos, considerar la alimentación asistida.
- Otra opción es el uso de fármacos que aumenten el apetito, si bien ninguno de los que se comercializan en España ha demostrado ser realmente eficaz en grupos de pacientes controlados. La capromorelina (3 mg/kg/24 horas) es un inhibidor de la grelina registrado en USA como estimulante de apetito en perros. No se dispone de datos sobre su eficacia cuando se usa durante más de 4 días, pero el aparentemente amplio perfil de seguridad hace que se esté recomendando para uso crónico.4
Conclusiones
Con relativa frecuencia el veterinario clínico ve como perros que venía atendiendo desde cachorros pierden peso y muestran una delgadez evidente. Antes de decidir si estamos ante un proceso fisiológico o si debemos embarcarnos en la realización de distintas pruebas diagnósticas, es importante que cuantifiquemos la potencial pérdida de peso y los cambios en la condición corporal del animal. Además, en opinión del autor es necesario estimar correctamente la ingesta calórica del paciente, porque la mayoría de los propietarios desconocen la cantidad de comida que ingiere su mascota diariamente.
