Test de Schirmer perro. Breve revisión
¿Qué es?
Es una prueba cuya finalidad es valorar cuantitativamente el componente acuoso de la película lagrimal. Consiste en unas tiras de papel de filtro graduadas y envasadas individualmente. Las tiras tienen una muesca en un extremo, por donde deben doblarse e introducirse en el saco conjuntival inferior del animal, entre el canto medial y el lateral. Los párpados se mantienen abiertos o cerrados suavemente sin comprimir, para no producir lagrimeo reflejo.
Pasado un minuto se retira la tira y se mide la porción humedecida a partir de la muesca. Es una prueba muy útil en el diagnóstico de queratoconjuntivitis seca.
Cosas a tener en cuenta:
- No se deben usar gotas ni manipular el ojo antes de la prueba, por lo que debe ser la primera prueba a realizar.
- Valores normales en el perro: 15 a 25 mm por minuto.
- Valores inferiores a 10 sugieren déficit de la producción de lágrima.
- Procesos irritativos pueden aumentar la producción de lágrima.
- Los resultados deben interpretarse en correlación con los signos clínicos.
Producción de lágrima
La lágrima se produce en el sistema lagrimal, formado por las diferentes glándulas lacrimales. Después, la lágrima se distribuye por la superficie corneal debido a la acción de los párpados y sale por los puntos nasolagrimales que derivan en los conductos nasolagrimales, que desvían el exceso de lágrima a la nariz.
Defecto en la producción de lágrima
El déficit en la producción de lágrima o la mala calidad acuosa de esta misma es una causa muy común de conjuntivitis recurrentes en los perros. En estos animales es habitual encontrar ojos enrojecidos, sin brillo, con legañas excesivo y pastoso o mucopurulento, con aparición de úlceras frecuentes y síntomas de dolor ocular como blefaroespasmo (contracción involuntaria de los párpados).
En casos de sequedad persistente podemos apreciar pérdida de transparencia de la córnea, depósito de pigmentos en la misma, neovascularización corneal y edema. Estos síntomas suelen ir asociados a una falta de visión que puede perpetuarse si no se identifica y soluciona correctamente el problema. A esto se le llama queratoconjuntivitis seca.
Hay una cierta predisposición racial a padecer queratoconjuntivitis seca (QCS), a veces por la morfología propia de la raza, como por ejemplo los perros braquicéfalos, cuyos ojos saltones permanecen más expuestos a las inclemencias ambientales, o a veces por una predisposición genética tanto a las alergias como a los propios problemas oculares. Algunas de estas razas son el West Highland White Terrier, el Lhasa Apso, el Carlino, el Bulldog Inglés o el Cocker Spaniel.
Algunas enfermedades también parecen tener influencia en el desarrollo de QCS, como el hipotiroidismo, la enfermedad de Cushing, la diabetes o la atopia. El uso de algunos medicamentos también está relacionado con la disminución de la producción de lágrima.
El pronóstico de esta enfermedad depende mucho de su causa y de su grado de severidad, y su tratamiento siempre va enfocado al aumento de la producción de lágrima y lubricación ocular, ya sea mediante el uso de colirios y lágrimas artificiales, corrigiendo enfermedades primarias o a veces incluso recurriendo a la cirugía.
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