Peritonitis infecciosa felina. Utilidad de las proteínas de fase aguda
Mutación del virus
Tradicionalmente, el desarrollo de un cuadro de peritonitis infecciosa felina se ha explicado mediante la teoría de mutación del coronavirus felino en cepas hipervirulentas, aunque más tarde, empezaron a postularse teorías basadas en estudios clínicos que sugerían que el virus no mutaba in vivo dentro del animal, sino que era el propio coronavirus el que circulaba entre las poblaciones felinas con diferentes cepas y mutaciones, algunas mucho más virulentas que otras.
Sin embargo, los estudios más recientes (Chang, 2012) han observado que mutaciones en el gen 3C del coronavirus entérico hacen que se convierta en PIF al permitirle infectar monocitos y macrófagos, aunque su virulencia y letalidad las adquirirá al cabo de varias mutaciones más. Esto podría ser la causa de que la enfermedad sea poco frecuente (solo el 5% de los gatos infectados con coronavirus desarrolla PIF). Además, esta misma mutación del gen 3C lo volvería incapaz de replicarse en intestino, lo que explicaría la ausencia de brotes en colectividades felinas al ser su contagio por vía oro-fecal.
Contagio
El coronavirus felino es un virus muy habitual en los gatos y su contagio es muy común por vía oro-fecal en sitios donde conviven muchos animales, alcanzando porcentajes tan altos como el 80-100% de infectados (se estima un 20-40% de gatos domésticos infectados).
Algunos factores que parecen tener influencia en la mutación son:
- Edad: puede afectar a gatos de todas las edades pero parece más común en los jóvenes.
- Respuesta inmune inadecuada: Un estado nutricional pobre derivado de la vida en la calle o de dietas de mala calidad puede ser clave en la respuesta inmune completa del animal.
- Factores estresantes: Cambio de domicilio, esterilización, vacunación o enfermedades concomitantes.
- Factores genéticos: Gatos de raza parecen tener una mayor predisposición.
Signos clínicos
Es una enfermedad con manifestaciones clínicas muy variadas pero podemos la dividir la presentación de la enfermedad en:
- PIF húmedo: Se produce una reacción perivascular piogranulomatosa con predominio de la respuesta humoral del sistema inmune.
- PIF seco: Aparecen infiltrados piogranulomatosos en linfonodos y otros órganos acompañados de un predominio de la respuesta celular.
En este artículo nos centraremos en la forma más clásica de la enfermedad, el PIF húmedo, caracterizado por la acumulación de un líquido amarillento en la cavidad abdominal y/o torácica. Sin embargo, la presencia de este líquido no es diagnóstico exclusivo de PIF, por lo que debemos emplear diversos métodos hasta llegar a un diagnóstico definitivo. Otros signos clínicos pueden ser letargia, anorexia y lesiones inflamatorias en ojos o sistema nervioso. Es una enfermedad de progresión rápida y fatal.
Utilidad de las proteínas de fase aguda en el diagnóstico de PIF
Llegar al diagnóstico de PIF puede suponer un reto para cualquier clínico. Un buen diagnóstico debe basarse en combinar las pruebas clínicas con la sintomatología del animal para apoyar la necesidad de tomar biopsias o muestras de líquidos.
Algunas pruebas diagnósticas que pueden ayudarnos son:
- Analítica sanguínea
- Ratio albúmina/globulina en suero y fluidos
- Test de Rivalta
- Serología de coronavirus
- La inmunohistoquímica de biopsias y la inmunofluorescencia de efusiones
En este estudio se evaluó la utilidad de la medición de algunas proteínas de fase aguda (PFA) como herramienta diagnóstica para diferenciar el PIF de otras enfermedades felinas que también cursan con efusiones abdominales o pleurales. En el estudio se compararon muestras de suero y de efusión de gatos diagnosticados previamente de PIF mediante inmunohistoquímica con muestras de gatos sin PIF pero con efusiones que se dividieron en causadas por enfermedad cardíaca, neoplasias y otras enfermedades. Las PFA que se evaluaron fueron amiloide sérico (SAA), haptoglobina (Hp) y la ?1-ácido glicoproteína (AGP). Al final del estudio, las concentraciones de todas las PFA fueron significativamente diferentes en gatos con y sin PIF, sin embargo, se apreció que la mejor de ellas era la AGP, que presentó un 93% de sensibilidad y de especificidad para el diagnóstico de PIF, especialmente si se mide en derrame.
En conclusión, aunque el PIF es una enfermedad complicada y laboriosa de diagnosticar, la medición de la AGP es una prueba en la que podemos apoyarnos para facilitar el proceso.
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