Inmunodeficiencia felina: Miopatía inflamatoria asociada al virus
La infección por el virus de la inmunodeficiencia felina (FIV) es una enfermedad importante que afecta a un gran número de gatos, sobre todo aquellos que viven en libertad. De hecho, un estudio realizado en la Universidad Complutense de Madrid1 reflejó una prevalencia del 9,4 % en gatos sanos (que acudieron a la clínica veterinaria para procedimientos de rutina, como las vacunas) y del 16,4 % en gatos que acudieron a la clínica porque presentaban síntomas de enfermedad como anorexia, fiebre, linfadenomegalia, rinotraqueitis, entre otras. Descubierto en 1986, el virus todavía sigue siendo objeto de investigación, sobre sus efectos en la salud y las enfermedades asociadas, como las miopatías inflamatorias.
Los síntomas de la inmunodeficiencia felina
El virus de la inmunodeficiencia felina daña o destruye las células del sistema inmunitario, lo cual genera un deterioro gradual de la función inmunológica. La fase temprana o aguda puede cursar sin signos aparentes de enfermedad, aunque algunos gatos presentan malestar, fiebre, diarrea aguda, alteraciones del tracto respiratorio superior y linfadenopatía.
En una segunda fase, que puede durar solo algunos meses o extenderse durante años, los gatos están aparentemente sanos. Más adelante, en la fase de linfoadenopatía generalizada persistente, el animal comenzará a presentar síntomas leves, como fiebre recurrente de origen desconocido, leucopenia, linfoadenopatía, anemia, anorexia y pérdida de peso.
En las últimas fases aumenta el riesgo de contraer enfermedades e infecciones por otros virus, bacterias y parásitos. En estos momentos e animal suele presentar diarrea crónica, gingivitis, infecciones dermatológicas, alteración del tejido linfoide, anemia y leucopenia.
La miopatía inflamatoria asociada al virus de inmunodeficiencia felina
Las miopatías inflamatorias son un grupo de enfermedades que implican la inflamación de los músculos o tejidos asociados, como los vasos sanguíneos que irrigan esos músculos. El proceso inflamatorio conduce a la destrucción del tejido muscular, y generalmente se acompaña de debilidad. En algunos casos también cursa con dolor y, con el paso del tiempo, es probable que se produzca una pérdida de masa muscular o atrofia.
Esa inflamación muscular puede estar causada por una reacción alérgica, la exposición a una sustancia tóxica, la presencia de enfermedades como el cáncer o la acción de un virus, que puede actuar como disparador de la miositis autoinmune.
De hecho, las personas con VIH pueden desarrollar una miositis. Un análisis realizado en el Mount Sinai Medical Center2 concluyó que “a menudo la miopatía es la manifestación clínica inicial de la infección por VIH en su etapa asintomática”. Las personas infectadas con VIH-1 con miopatía asociada suelen presentar debilidad progresiva subaguda de los músculos, mialgia y atrofia muscular.
Un estudio realizado en la Universidad Estatal de Ohio3 descubrió que ese mismo cuadro se puede repetir en los gatos. Los investigadores analizaron a 6 gatos de 8 meses infectados con el virus de la inmunodeficiencia felina. Comprobaron que a los 18 meses de la infección los valores de la creatina quinasa, una enzima que se encuentra en el músculo esquelético e indica la presencia de enfermedades musculares, eran significativamente mayores que los existentes antes de la infección.
Los investigadores también recurrieron a la electromiografía, una prueba muy sensible para detectar las miopatías asociadas al VIH en las personas, con un nivel de efectividad de hasta el 94 %. En este caso, detectaron actividad espontánea anormal en 2 gatos.
Las pruebas histológicas, por otra parte, revelaron que todos los animales mostraban al menos una patología muscular. De las 24 biopsias musculares, el 63 % presentaba lesiones histológicas. La histopatología mostró una infiltración linfocítica perivascular y pericapilar, así como necrosis de las miofibrillas, fagocitosis y regeneración. Vale aclarar que las extremidades posteriores se vieron más afectadas que las anteriores.
Aunque los investigadores no observaron evidencias de debilidad muscular o dolor en los pacientes analizados, concluyeron que las pruebas muestran la existencia de una miopatía asociada a la inmunodeficiencia en los gatos adultos, la cual presenta similitudes con la polimiositis asociada al VIH-1 humano.
Un estudio más reciente realizado en la Universidad Federal del Río Grande del Sur4 reveló la presencia de miocarditis en gatos afectados por el virus de la inmunodeficiencia, con edades comprendidas entre los 1 y 4 años. El examen microscópico e inmunohistoquímico mostró infiltración multifocal del miocardio con linfocitos T y menos macrófagos, neutrófilos y células plasmáticas.
De hecho, hay que considerar que, aunque el órgano diana principal de las miopatías es el músculo, otros órganos internos también pueden verse afectados, ya que se trata de una enfermedad sistémica, de manera que los glóbulos blancos, que normalmente combaten las enfermedades, terminan atacando las fibras musculares, los vasos sanguíneos y el tejido conjuntivo de órganos, huesos y articulaciones.
Collado, V. M. (2017) Efecto in vitro de interferón de tipo I sobre la expresión de retrovirus felinos y evaluación de su aplicación terapéutica en gatos con infección natural (Tesis doctoral). Universidad Complutense de Madrid: España.
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