Hernia discal en perros. ¿Se debe administrar dexametasona?
Hernia discal en perros
La hernia, generalmente, produce dolor y disfunción en la médula espinal, que según el tipo de hernia, producirá en el perro diferente sintomatología.
Para el diagnóstico de la hernia discal en perros se pueden emplear diferentes técnicas de imagen; la radiografía no es suficiente. Se opta por una mielografía, que es una técnica que permite ver el estado de la médula a través de la administración de un contraste. También se utiliza la TAC o la RMN.
Para clasificar la gravedad de la hernia en perros hay diferentes grados en función del estado del disco intervertebral:
- Grado I: No daño neurológico, únicamente se produce dolor.
- Grado II: Daño neurológico incipiente pues la hernia empieza a comprimir la médula. Inicia cuadro de dificultad para la movilización.
- Grado III: Se produce compresión grave de la médula. El perro va a presentar una falta de fuerza, denominada paresia. Afecta a ambas patas traseras.
- Grado IV: Empeoramiento de la paresia, incluso parálisis total, y afectación esfinteriana (retención de orina).
- Grado V: Es el más grave. A la parálisis y la retención urinaria se le suma una profunda pérdida de la sensibilidad de los miembros afectados.
Hernia discal en perros: tratamiento
Si bien es una patología compleja, en numerosas ocasiones el pronóstico es positivo. Es crucial actuar con rapidez pues a medida que pasa el tiempo la lesión es más grave y el daño neurológico es más difícil de recuperar.
Para la prevención es primordial un control del peso (para alcanzar un adecuado control recomendamos Articular Reduced Calorie, lo puedes encontrar aquí), así como evitar sobrecargas y tensiones.
En cuanto al tratamiento de la hernia discal en perros existen dos opciones: conservador y quirúrgico. La intervención quirúrgica es el tratamiento de elección para los casos de grado III, IV y V. Se trata de una operación que generalmente ofrece un buen pronóstico, consiste en la extracción del material discal herniado para así provocar la descompresión de la médula espinal.
El tratamiento de la hernia conservador queda reservado para los grados I y II. Se basa en reposo absoluto y en la administración de antiinflamatorios.
La finalidad de los antiinflamatorios es reducir la inflamación que el material discal causa sobre la médula. Los antiinflamatorios más usados son los esteroides (prednisona, prednisolona, dexametasona, metilprednisolona) y los antiinflamatorios no esteroideos. Nunca se deben usar de forma concomitante pues aumenta el riesgo de úlceras gástricas y daño a órganos como hígado y riñones.
Uso de dexametasona
La dexametasona es el esteroide más potente, con numerosos efectos secundarios, entre ellos poliuria y polidipsia, fatiga, somnolencia e incluso letargo, inmunosupresión, hiperglucemia, insuficiencia suprarrenal y enfermedad de Cushing, miopatía, úlceras gástricas, etc. No debe administrarse durante períodos largos de tiempo ya que los cambios metabólicos y hormonales que conlleva pueden ser muy graves.
Con respecto a ello, se llevó a cabo un estudio en 161 perros en el que el objetivo era determinar las complicaciones y seguimiento neurológico asociado con la administración de dexametasona a perros con tratamiento quirúrgico para hernia discal toracolumbar comparados con perros control. Se constató que el grupo que había recibido dexametasona tenía 3,4 veces más probabilidades de tener una complicación (infección del tracto urinario principalmente, y diarreas), comparado con los grupos de otro-glucocorticoide o no-tratamiento. Concluyeron que el tratamiento con dexametasona antes de la cirugía estaba asociado con más efectos adversos, comparado con tratamiento con glucocorticoides diferentes de la dexametasona o sin tratamiento con glucocorticoides, en perros con una hernia discal intervertebral toracolumbar. En el grupo de perros del estudio, no hubo diferencias en la resolución de la afección entre los grupos (haz clic aquí para tener más información del estudio).