Megaesófago en perro. Una breve revisión de la enfermedad
Síntomas del megaesófago en perros
De forma secundaria al megaesófago, es frecuente que se desarrolle neumonía por aspiración, principalmente en cachorros. En este caso, el animal presentará fiebre, disnea, crackles pulmonares y descarga nasal mucopurulenta. No es infrecuente la muerte súbita por invaginación del estómago en el esófago (Intususcepción gastroesofágica). Si el megaesófago se prolonga en el tiempo sin un tratamiento adecuado, puede llegar a desarrollarse malnutrición severa.
El diagnóstico de dilatación esofágica puede confirmarse por imagen con radiografía simple o radiografía de contraste. La radiografía de contraste permite apreciar mejor la luz del esófago. En este caso, es preferible administrar el contraste mezclado con comida para poder observar adecuadamente la patología de la motilidad.
Causas del megaesófago en perros
La dilatación esofágica en perro puede ser de tres tipos:
· Megaesófago congénito. Presenta síntomas desde el nacimiento, aunque suele observarse a partir del destete, cuando el cachorro acepta mal el alimento sólido y lo regurgita. La dilatación esofágica congénita se atribuye a una falta de madurez neuromuscular.
· Megaesófago secundario. Aparece como una alteración ligada a una patología o lesión principal: miastenia gravis, disautonomía, botulismo, moquillo, intoxicaciones (por plomo), neoplasia, cuerpos extraños, fístulas, malformaciones, anillo vascular, hipoadrenocorticismo o hipotiroidismo pueden ser algunas de las causas subyacentes.
· Megaesófago idiopático adquirido. En este caso no se conoce la causa primaria de la dilatación esofágica. Existen varias hipótesis que incluyen la presencia de neurotoxinas y las causas hereditarias entre las posibilidades.
Las razas de perro grandes, especialmente el Pastor Alemán, el Setter Irlandés y el Gran Danés tienen mayor predisposición a desarrollar megaesófago.
Tratamiento de la dilatación esofágica
Además del tratamiento de la causa primaria, si la hubiera, algunos profesionales utilizan fármacos colinérgicos con la intención de aumentar el tono muscular del esófago. No obstante, la eficacia de estos tratamientos no está demostrada.
El tratamiento más eficaz consiste en adoptar medidas higiénico-comportamentales en la alimentación del animal:
- Administrar alimento y agua en pequeñas cantidades.
- Mantener al animal en posición vertical durante la deglución y durante varios minutos tras la ingesta. Existen sillas especiales con este fin (Silla de Bailey).
- Variar el tipo de alimento (sólido, semisólido o líquido) hasta encontrar el que es mejor aceptado por el can.
No existe un tratamiento quirúrgico de eficacia probada, aunque varios grupos de trabajo están estudiando la aplicación de terapias novedosas. En este enlace se ofrece información acerca de una de las posibilidades terapéuticas más prometedoras.
Pronóstico del megaesófago en perro
En cuanto al pronóstico, dependerá de la causa original de la dilatación esofágica:
- En megaesófago congénito suele mejorar de forma espontánea con el tiempo, por lo que el pronóstico es aceptable.
- En megaesófago secundario dependerá de la evolución de la enfermedad subyacente y de si queda lesión neuromuscular permanente.
- En megaesófago idiopático adquirido el pronóstico es incierto, a menudo cronifica. No obstante, el uso de las medidas higiénico-dietéticas evita el desarrollo de patologías asociadas.
En cualquiera de los tres casos, el pronóstico empeora dramáticamente si la enfermedad evoluciona a neumonía y/o intususcepción gastroesofágica. Por esta razón es necesario un tratamiento temprano y adecuado de esta patología.