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    Criptorquidia en perros: ¿que debemos hacer?

    La criptorquidia en perros representa el defecto congénito del aparato reproductor más frecuente en esta especie.1,2

    Introducción

    La criptorquidia hace referencia a la ausencia de testículos en la bolsa escrotal debido un defecto en el descenso testicular durante los primeros meses de vida. La criptorquidia en perros puede ser unilateral o bilateral, y los testículos no descendidos pueden localizarse en la región inguinal o dentro de la cavidad abdominal.1,3,4 Por otra parte, la monorquidia y la anorquidia definen respectivamente la falta uni/bilateral de testículos en el momento del nacimiento.

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    La incidencia de criptorquidia en perros se ha estimado en el 0,7- 9,7%, pudiendo afectar a perros de cualquier raza. Se considera que pueden tener una mayor predisposición a su presentación2,4,5 el bóxer, chihuahua, pastor alemán, caniche miniatura, Yorkshire terrier, pinscher miniatura, cocker spaniel, teckel, beagle y husky siberiano

    Recuerdo fisiopatológico

    Durante la segunda mitad de la gestación, y a medida que el gubernáculo se acorta debido a fenómenos de contracción y fibrosis, los testículos inician su descenso hacia el escroto. Este proceso se divide en 2 fases; la trans-abdominal y la inguino-escrotal. La primera ocurre durante el desarrollo prenatal, a partir de los días 35-45 de gestación, acelerándose por efecto de los andrógenos secretados por las células de Leydig a partir del día 54 de gestación. El tránsito de los testículos a través del canal inguinal se inicia justo después del nacimiento y finaliza en las primeras 6-8 semanas de vida. El cierre del canal inguinal que ocurre hacia los 6 meses de edad impide cualquier migración posterior.3,4

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    La presencia de criptorquidia en perros depende de factores genéticos, ambientales y epigenéticos.3 Aunque todavía no se conoce completamente el modo de herencia, la creencia actual es que pueda seguir un modelo autosómico recesivo que implique a más de un gen.6

    Los perros criptórquidos tienen mayor riesgo de desarrollar neoplasias testiculares y torsión testicular.6 Además, los perros con criptorquidia bilateral son estériles, porque la espermatogénesis depende de la temperatura a la que se encuentra el testículo. Sin embargo, los criptórquidos unilaterales pueden producir esperma viable a partir del testículo escrotal.2 Los testículos retenidos pueden producir testosterona, si bien los perros con criptorquidia bilateral suelen presentar concentraciones más bajas que los perros con testículos escrotales o con criptorquidia unilateral.3,7

    Aunque no se conocen bien los mecanismos, la criptorquidia en perros ha sido asociada a la presencia de otros defectos como hernias umbilicales e inguinales, displasia de cadera, luxación de rótula, malformaciones en el pene y prepucio, y síndrome del conducto mülleriano persistente.6

    Presentación clínica

    Salvo que se desarrollen complicaciones derivadas de la criptorquidia (ej. neoplasia o torsión testicular) los perros afectados no muestran alteraciones en el examen físico, más allá de la falta de testículo/s en el escroto.

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    La mayoría de perros (70%) suelen presentar criptorquidia unilateral, siendo más frecuente la afectación del testículo derecho (59,5% de los casos). En los animales con criptorquidia bilateral, ambos testículos suelen tener la misma localización, ya sea inguinal o abdominal. Por otra parte, en perros de raza pequeña, la criptorquidia suele ser inguinal, mientras que, en razas medianas y grandes, predomina la localización abdominal.1,5

    Evaluación diagnóstica de la criptorquidia en perros

    Aunque la ausencia testículo/s escrotales en un cachorro de más de 8 semanas induce sospecha de criptorquidia, hay que tener en cuenta que la palpación testicular en cachorros o perros obesos no siempre es fácil. Además, no olvidar que mientras el canal inguinal no esté cerrado es posible un desplazamiento testicular desde el escroto hacia el interior de este.

    Por otra parte, situaciones como la anorquidia, monorquidia o castración previa no conocida deben ser tenidas en cuenta.

    • La evaluación diagnóstica de la criptorquidia en perro debería incluir un tacto rectal para evaluar el tamaño de la próstata, ya que un perro no castrado previamente debería tener una próstata fácilmente palpable y de tamaño normal o aumentada.6
    • Las técnicas de imagen tienen un papel muy importante en el diagnóstico de la criptorquidia en perro. Aunque la existencia de testículos abdominales de gran tamaño puede evidenciarse mediante radiología abdominal, la técnica de elección en base a su sensibilidad (96.6%-100%),8 carácter no invasivo y amplia difusión es la ecografía. Técnicas avanzadas como la tomografía computarizada o la resonancia magnética también permitirán hacer el diagnóstico, pero teniendo en cuenta los costes y necesidad de anestesia general no se consideran técnicas de uso rutinario.
    • La concentración de testosterona del paciente puede usarse para establecer el diagnóstico. Sin embargo, debido a la naturaleza pulsátil de la secreción de esta hormona, un valor basal bajo no confirma la ausencia de testículos, pero un valor alto si indica su presencia.
    • La determinación de la concentración de testosterona antes y después de la administración de hormona liberadora de gonadotropina (preferentemente) o de gonadotropina coriónica humana se considera la técnica laboratorial de elección para el diagnóstico de la criptorquidia en perros. Los valores pre/post no cambian en perros castrados, mientras que los criptórquidos, como mínimo doblan su valor.7
    • La determinación de los niveles de hormona anti-Mülleriana se ha propuesto como un método para identificar la existencia de criptorquidia, pero algunos autores entienden que son necesarios estudios con poblaciones más grandes antes de recomendar su uso rutinario.6

    Tratamiento de la criptorquidia en perros

    Se han propuesto tratamientos médicos para favorecer el descenso testicular, así como técnicas de reposicionamiento quirúrgico de los testículos criptórquidos; sin embargo, estas prácticas se desaconsejan por la heredabilidad de criptorquidia en perros y por su relación con el desarrollo de neoplasias testiculares.6 En base a ello, el tratamiento recomendado es la castración.

    Tradicionalmente, en pacientes con criptorquidia unilateral, y para reducir la posibilidad de futuras neoplasias o torsiones testiculares se recomendaba castración bilateral.9 Sin embargo, algunos autores, teniendo en cuenta los posibles efectos negativos de una castración bilateral, son partidarios de extirpar solo el testículo criptórquido y monitorizar los cambios en el escrotal.10

    La técnica quirúrgica de elección dependerá de la localización del testículo y preferencias del cirujano. Aunque en el pasado la mayoría de cirugías en perros con criptorquidia abdominal se llevaban a cabo mediante laparotomía, cada vez son más los cirujanos y propietarios que prefieren las técnicas laparoscópicas.1,6

    Conclusiones

    Teniendo en cuenta la elevada prevalencia de criptorquidia en perros, es fundamental tratar de establecer su existencia en la/s primera/s visitas del cachorro al veterinario. Es clave advertir al propietario del carácter hereditario del defecto y de la necesidad de tratamiento quirúrgico si se confirma el problema. En perros con criptorquidia unilateral en los que no se lleve a cabo una castración bilateral debe desaconsejarse el uso del animal como reproductor

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    Bibliografía
    1.     Tapia-Araya A, Díaz-Güemes I, Sánchez-Margallo FM. (2015).  Laparoscopia por incisión única en perros criptórquidos: a propósito de dos casos. Clin. Vet. Peq. Anim, 35: 233 – 238.
    2.     Moon JH, Yoo DY, Jo YK, et al. (2014). Unilateral cryptorchidism induces morphological changes of testes and hyperplasia of Sertoli cells in a dog. Laboratory Animal Research; 30: 185–189.
    3.     Krzeminska P, Stachowiak M, Skrzypski M, et al. (2020). Altered expression of CYP17A1 and CYP19A1 in undescended testes of dogs with unilateral cryptorchidism. Anim Genet; 51: 763-771.
    4.     Yates D, Hayes G, Heffernan M, et al. (2003). Incidence of cryptorchidism in dogs and cats. Vet Rec; 152: 502-504.
    5.     Tannouz VGS, Mamprim MJ, Lopes MD, et al. (2019). Is the right testis more affected by cryptorchidism than the left testis? An ultrasonographic approach in dogs of different sizes and breeds. Folia Morphol (Warsz); 78: 847-852.
    6.     Khan FA, Gartley CJ, Khanam A. (2018). Canine cryptorchidism: An update. Reprod Domest Anim; 53:1263-1270.
    7.     Pathirana IN, Ashida Y, Kawate N, et al. (2011). Comparison of testosterone and insulin-like peptide 3 secretions in response to human chorionic gonadotropin in cultured interstitial cells from scrotal and retained testes in dogs. Anim Reprod Sci; 124: 138-144.
    8.     Felumlee AE, Reichle JK, Hecht Set al. (2012). Use of ultrasound to locate retained testes in dogs and cats. Vet Radiol Ultrasound; 53: 581-585.
    9.     Romagnoli, S. E. (1991). Canine cryptorchidism. Veterinary Clinics of North America: Small Animal Practice; 21, 533–544.
    10. Veronesi MC, Riccardi E, Rota A, et al. (2009). Characteristics of cryptic/ectopic and contralateral scrotal testes in dogs between 1 and 2 years of age. Theriogenology, 72, 969–977.