Anemia hemolítica en perros: causas y tratamientos
Etiología
La anemia hemolítica es una alteración hematológica por la cual existe una disminución de la cantidad de eritrocitos debido a una destrucción prematura de los mismos. Es relativamente frecuente en el ejercicio clínico rutinario y que suele ser bien tolerado por las pacientes. No obstante, no diagnosticar las causas que lo desencadenan puede suponer la no remisión de la anemia y muerte del animal.1,2
Este tipo de anemias suelen ser de carácter moderado a grave, debido a que la falta de funcionalidad de los glóbulos rojos produce situaciones de hipoxia tisular en el organismo del paciente.1
Se puede clasificar la anemia hemolítica en dos grandes grupos dependiendo de su etiología: primaria, cuya disminución de los eritrocitos se debe a una reacción autoinmune; y secundaria, cuando la destrucción de los glóbulos rojos está relacionada con patógenos externos tales como virus (Parvovirus), bacterias (Mycoplasma spp.), parásitos (Babesia canis, Leishmania infantum), así como exposición a determinados fármacos y neoplasias.
Cabe destacar un tipo concreto de anemia hemolítica que tiene una mayor incidencia en la especie canina, llamada anemia hemolítica inmunomediada. Los eritrocitos de estos pacientes, tienen una vida media más corta de lo habitual como consecuencia de una respuesta de hipersensibilidad de tipo II en el organismo. Se presenta con más frecuencia en hembras de entre 2 a 8 años, siendo las Cocker Spaniel Americano, Collie, Springer Spaniels Ingleses y Caniches los más afectados.3
Signos clínicos y diagnóstico
La hemólisis de los eritrocitos puede darse de forma intravascular, cuando la propia membrana celular del mismo ha sido dañada, o extravascular, siendo el bazo y el hígado los encargados de destruir los glóbulos rojos. Esta determinación fisiopatológica del lugar de hemólisis es importante, ya que los síntomas y métodos diagnósticos pueden variar, y, por ende, el tratamiento.
Algunos de los signos clínicos que se presentan en perros con anemia hemolítica son:
- Signos inespecíficos: anorexia, depresión, apatía.
- Vómitos y diarrea.
- Palidez en las mucosas.
- Alteraciones cardiovasculares: taquicardia y arritmias en casos graves de anemia.
- Alteraciones respiratorias: taquipnea.
- En hemólisis extravasculares: linfadenopatías y esplenomegalia.
- En hemólisis intravasculares: fiebre e ictericia.
En primer lugar, en cuanto al protocolo diagnóstico, es imprescindible realizar un hemograma para determinar frente a qué tipo de anemia se enfrenta el paciente, así como un análisis bioquímico para tener una valoración su estado general.2
Otra técnica diagnóstica es el llamado test de Coombs,4 cuyo fin es detectar anticuerpos que estén asociados a la superficie del eritrocito, de tal manera que puede ser útil para detectar pacientes con anemia hemolítica autoinmune o anemias idiopáticas. También es recomendable realizar un test de aglutinación de sangre para confirmar el diagnóstico, aunque su resultado negativo no es suficiente para descartar la alteración.
Tratamiento
Una primera premisa para el manejo terapéutico de la anemia es la estabilización del paciente mediante la administración de fluidoterapia intravenosa.2
En los casos en los que se haya diagnosticado anemia hemolítica inmunomediada la administración de medicamentos inmunosupresores, tales como la prednisona o dexametasona. Otro fármaco inmunosupresor que puede ser utilizado es la ciclofosfamida.2
Dependiendo de los signos clínicos que presente el animal se tendrá que poner medicación para paliarlos: en el caso de vómitos continuos se administrará ranitidina para evitar úlceras gástricas, o en circunstancias de alteración del hígado se emplearán protectores hepáticos.
Por último, en los casos en la anemia es grave, se procederá a realizar una transfusión de sangre al paciente, donde habrá que elegir el tipo de muestra y la velocidad de administración acorde con las necesidades del animal.2
Conclusiones
Dentro de las anemias hemolítica que se ven en la clínica rutinaria, la inmunomediada es la que se desarrolla con mayor frecuencia y la que más afecta a los perros. El estudio de las diversas causas, el soporte de los signos clínicos y el empleo de las distintas técnicas terapéuticas son imprescindibles para una buena evaluación del paciente afectado.